E. CAMPO

El entusiasmo que puso en su día Esther Carreño, directora que fue del Instituto Carreño Miranda, en impulsar una asociación de antiguos alumnos, está a punto de volver a desbordarse. La celebración del 75.º aniversario de la colocación de la primera piedra del centro, cuyo acto central está previsto para el sábado, ha generado un aluvión de recuerdos, de reuniones de antiguos compañeros, de sonrisas que se contagian con las anécdotas y las ganas de participar. Miembros de la asociación de antiguos alumnos, que ayer se reunieron para LA NUEVA ESPAÑA, están dispuestos a apoyar un intento serio de recuperar dicha asociación. Y ya hay voluntarios.

Joaquín Rodríguez, Purificación Fernández-Arenas, Cirilo Argüero, Mercedes García, Laudelina Sánchez y Francisco Lorente, representantes de distintas promociones de alumnos del Carreño Miranda, vieron en el entusiasmo que ayer mostró María Dolores Granda un buen síntoma de la recuperación. Esta también ex alumna, hija de Nicolás Granda, que además de catedrático de Física y Química fue uno de los socios fundacionales de la asociación, está dispuesta a trabajar para que la memoria del centro no caiga en el olvido.

El 7 de marzo de 1966 se firmó el acta fundacional de una asociación que, hasta el año 2004, organizó múltiples actos, como galas de bienvenida a los nuevos ex alumnos, conferencias, excursiones, charlas, espichas, misas y bailes. Los miembros fundacionales fueron Esther Carreño, Luis Hernández, Nicolás Granda, Raúl Rodríguez, Edmundo Martín, José María García, Amelia Fernández Ovies, María del Carmen Fernández Conde, Joaquín Hevia, Germán Álvarez, Alfredo Fernández, Alberto Fernández, Luis Alarcos Llorach (entonces director del instituto) y Francisco Lorente.

Hasta dos centenares de miembros llegó a tener la asociación, que tuvo años de gran vitalidad. Uno de los últimos actos de la asociación fue el reencuentro «final del milenio», cuyo debate sobre el año de inicio (si 2000 o 2001) se volvió a reeditar ayer por parte de los ex alumnos. En aquel 11 de octubre de 1999, 267 antiguos alumnos acudieron a los actos organizados en el hotel La Serrana. Francisco Lorente, que fue el secretario del grupo, señaló: «Lo que hace falta es que alguien coja el testigo, teniendo en cuenta de que merece la pena preservar la historia de Avilés, para la que el Carreño Miranda es toda una institución».

Y lo que sobran son historias que preservar del olvido, como las de las excursiones, que eran auténticas aventuras hace décadas. Por ejemplo Mercedes García fue a Madrid, al Escorial, de viaje de fin de curso, en un autobús que más parecía una furgoneta, y que pertenecía a la Universidad de Oviedo. Tan emocionados iban que fueron derechos al hotel Felipe II, el mejor de la zona, cuando en realidad a ellos les tocaba dormir en la Pensión Engracia. De esa misma pensión Laudelina Sánchez recuerda que había únicamente una habitación para las chicas y otra para los chicos. Su ilusión era ir al Retiro, a remar en lancha, y para salir del hotel tenían que ir todos juntos, siguiendo las órdenes de Esther Carreño.

También Mercedes García recuerda la ocasión en la que fueron al teatro a ver «El despertar de la Bella Durmiente», que creían un cuento. «Pero hay que ver qué despertar tenían, nos hicieron a todos levantarnos y salir», ríe. Aunque para teatro, el que hacían ellos en el instituto. A Laudelina Sánchez, por ejemplo, le tocó representar «El príncipe que todo lo aprendió en los libros», de Jacinto Benavente, con éxito rotundo pese a la dificultad.

Joaquín Rodríguez, cuya promoción del Bachillerato nocturno prepara la celebración de sus bodas de oro, fue también de excursión, no sabe muy bien si hasta Santander o si se quedaron en Torrelavega. «Fue todo un acontecimiento», asegura. Y claro que eran acontecimientos aquellas salidas para personas que prácticamente no salían de Avilés. Esa fue la razón que desde la parroquia de Miranda, Laudelina Sánchez empezara a organizar excursiones, fijándose en el ejemplo de Esther Carreño, porque tenía por fijo que los chavales que iban a hacer la mili no habían salido nunca antes del pueblo.

Y para acabar con las excursiones, viene muy a cuento la del viaje de fin de estudios de Cirilo Argüero, de la promoción 1944-51. El vehículo de transporte fue una «rubia», una especie de furgoneta muy de moda entonces, que no respondió exactamente a lo que se esperaba de ella. «Al subir Pajares y Guadarrama tuvimos que bajarnos y empujarla», recuerda.

Día del Libro

El Instituto Carreño Miranda, por otra parte, celebra hoy el Día del Libro, con una serie de actos que se enmarcan en la programación de su 75.º aniversario. Durante toda la mañana se procederá a la lectura ininterrumpida de «La novela de un novelista», de Armando Palacio Valdés, a la que están invitados a participar todos los interesados. Las autoridades municipales, capitaneadas por la alcaldesa Pilar Varela, acudirán a la una menos cuarto. Y después se entregarán los premios del concurso literario del centro. Finalmente, a la una y cuarto se presentará la revista «Texedores de lletres», dedicada exclusivamente al 75.º aniversario.