La Callezuela (Illas),

Saúl FERNÁNDEZ

A ambos lados de la carretera, a lo largo de una única calle, se extiende La Callezuela, la capital del concejo de Illas, la capital rural de la comarca de Avilés, el punto verde para el retiro, el tiempo detenido a cinco minutos de la calle de La Cámara. Y uno de los locales más tradicionales del concejo en esta calle que es La Callezuela publicita el nombre del municipio: se trata del Chigre de Illas, porque es un chigre y está en Illas. Todas las explicaciones ante esta claridad meridiana sobran.

El bar, que también es tienda, estanco y que, incluso, es quiosco, se viene manteniendo activo en La Callezuela desde hace más de medio siglo. Tres dueños, más de cinco décadas entre fogones, sirviendo comidas, escanciando sidra dulce, vendiendo azafrán, lejíaÉ Lo que se tercie. Un negocio rural aún en pleno florecimiento -o eso dicen-, pese a los años transcurridos desde que se inauguró, cuando la popular María Concha abrió por primera vez las puertas del local, que todavía hoy sigue a pleno rendimiento. Una máquina que no deja los raíles, un comercio con solera en el medio rural.

El pasado 16 de octubre dos matrimonios -José Antonio Sánchez y Noelia Rodríguez, por un lado, y Adolfo Jaén y Carmen Espejo, por el otro- reabrieron el Chigre de Illas, y lo hicieron, según Sánchez, para volver a ponerlo «tal y como estaba», preservando las esencias que hicieron del local una referencia en el reducido mundo comercial del concejo de Illas.

«Sin ayudas oficiales, con nuestros propios ahorros», explican los empresarios que se lanzaron a esta incierta aventura. Los dos matrimonios reabrieron el local después de que Teresa García determinara dejar la gestión de local por razones personales; es decir, los dos matrimonios dirigen desde el pasado otoño el chigre, un acuerdo que incluye el pago de una renta mensual. «¿Cambios? Sólo hemos ampliado el menú que se servía antes», dice Sánchez. O sea, en más de medio siglo tres propietarios y el mismo trabajo. Varias manos, pero el mismo sabor de las cosas.

Oportunidad

«Estaba en paro y vimos como una oportunidad de coger este negocio», explica Sánchez, que es vecino de Illas, de La Callezuela, de los de siempre. «Yo conocía cómo funcionaba el negocio, aunque sólo fuera porque venía por aquí como cliente», comenta uno de los cuatro nuevos gestores del negocio. Porque lo conocía, porque sabía que su marcha era óptima, no dudó en aventurarse por los caminos de la aventura comercial en el medio rural.

«Lo más fuerte llegará, esperamos, en el verano, pero eso todavía no lo hemos vivido», apunta Sánchez que, de momento, se queda con el ambiente de los fines de semana, cuando en La Callezuela no se puede aparcar, cuando los bares de la capital, como imanes, duplican por unas horas la plácida población de la semana, de los días de trabajo. «Entonces es cuando vienen a comprar la botella de lavavajillas porque se les ha terminado, el paquete de tabacoÉ Es un chigre, sí, pero no deja de ser también una tienda, por lo menos para los vecinos de La Callezuela», concluye el hostelero.