M. M.

Pandillas de amigos, grupos de montañeros, moteros, aficionados al senderismo y familias acuden cada fin de semana a Illas. Después de la misa, que se celebra puntualmente a la una de la tarde, los bares rebosan de parroquianos. Casi todos llegan a La Callezuela a la primera, pero también hay, según los hosteleros, quien se pierde por el camino. Por este motivo, el responsable de La Tenada, Leopoldo Rodríguez, pide al Ayuntamiento que haga lo posible para que se mejore la señalización del concejo, ya que faltan indicadores con los nombres de los principales núcleos. «A la entrada del concejo hay un cartel que pone Illas, el nombre del concejo, pero no hay más indicadores. Hay personas que tienen que dar varias vueltas antes de llegar a la capital municipal, Callezuela», dijo Rodríguez.

La creación de nuevas plazas de aparcamiento, escasas especialmente en días soleados, también es una petición de los empresarios illenses. El Ayuntamiento ha comenzado las obras para tal fin, pero aún no están finalizadas. Una tercera queja de los hosteleros de Illas es la «continua presencia» de los agentes de la Guardia Civil en las vías de acceso al concejo. «Está bien la vigilancia, pero el otro día dejaron a dos jóvenes en calzoncillos para registrarlos y creemos que eso supera lo razonable», afirmaron.

Aun así, Illas se apunta a la moda del turismo gastronómico. Los propios clientes son la mejor fuente de promoción. «Nosotros venimos de Avilés con bastante frecuencia, nos atraen la sidra y los productos gastronómicos del Chigre», afirma Javier Cervera, quien destaca que suele recomendar a sus amigos que acudan al concejo illense. Sin ir más lejos, con Cervera estaban ayer Isabel Camblor y Anabel Hernando, esta última novel en Illas.

Jesús Vallina, de la fábrica Embutidos Vallina, también es un pregonero de las delicias culinarias de Illas. «Vivimos en Pillarnos, pero con frecuencia venimos hasta Illas a tomar una sidra», afirmaba el empresario castrillonense.