E. CAMPO

«Talgo» es un músico tocando la batería en medio de un cruce de vías de tren. La música de sus palillos se funde con la de la locomotora, aunque eso el espectador sólo puede imaginarlo. «Talgo» es una de las imágenes de la exposición «Ver para escuchar», que ayer inauguró Ernesto Coro (Gijón, 1985) en la Casa de Cultura. El fotógrafo aúna imagen y música; no en vano es estudiante de saxofón en el Conservatorio Superior de Oviedo, y forma parte de diversas bandas y agrupaciones musicales asturianas. Su incursión en la fotografía comenzó hace sólo dos años, con exposiciones en diversos locales, pero entró con fuerza, ya que recibió el premio «Jóvenes Artistas Plásticos» de la sala Borrón 2008, del que es fruto esta muestra.

La exposición gira sobre la idea de dúos: un dúo son la música y la fotografía, otro son los instrumentos clásicos y los instrumentos modernos, un tercer dúo son la figura de la mujer y la figura del hombre. Cada imagen, o conjunto de imágenes, deja ver parcialmente a un intérprete: esconden sus rostros, para no restar importancia al conjunto. «Lo que pretendo es que los espectadores oigan las imágenes», explicó el autor. Para ayudar a esta interpretación, no obstante, las fotos se acompañan de un vídeo, que da la explicación a cada foto, mostrando los sonidos de cada escena. «Al escuchar los sonidos de algunos instrumentos musicales en mi cabeza, se representaban con notas objetos que nada tenían que ver con la música. El sonido de una flauta, una guitarra o un violonchelo sonaba como un pájaro, el mar o una puerta», cuenta Coro. Así por ejemplo, el bombardino le recuerda al sonido de la sirena de un barco.

Los títulos de cada pieza están relacionados con la forma en que se debe interpretar cada foto. Una, por ejemplo, lleva por nombre «Prokofiev»: en ella se puede ver a una joven descalza encaramada en la rama de un cerezo que se lleva a los labios una flauta travesera. Y eso es porque Prokofiev es el autor de «Pedro y el lobo», en el que identifica el personaje del pájaro con el sonido de una flauta travesera. En definitiva, se trata de «mezclar lo etéreo del sonido con lo tangible de la imagen», una amalgama que se puede ver en la Casa de Cultura hasta el día 31 de mayo.