M. M.

La sequía del invierno retrasará la aparición de alergias en el área sanitaria avilesina. El alergista del Hospital de Avilés José Antonio Álvarez explicó que la falta de lluvia en Asturias durante los meses más fríos ha provocado que los síntomas de los pacientes polínicos se hayan retrasado respecto a otras regiones de España. Los ácaros, aun así, siguen siendo enemigos de los avilesinos. Según Álvarez, el punto álgido de la enfermedad comenzará en la segunda quincena de mayo y se extenderá hasta la primera de julio. «Creemos que los síntomas se concentrarán en cuatro o seis semanas con mayor intensidad», afirmó.

La escasez de lluvia, unida a factores como la alimentación, el estrés, la influencia genética y la exposición a ciertos ambientes alergénicos, ocasiona que, año a año, aumente tanto la incidencia como la prevalencia de pacientes alérgicos. «Hay numerosos factores que influyen en que cada vez sean más personas las que padecen alguna sintomatología alérgica, ya sea de tipo respiratoria (rinitis, asma) o cutánea (dermatitis, eczema, urticaria)», destacó Álvarez, quien en 2007 prestó atención médica a 1.850 pacientes, en su mayor parte del área sanitaria avilesina.

El perfil de sus enfermos, especificó el facultativo, es de jóvenes con edades comprendidas entre los 15 años y los 35 años. «La alergia puede surgir, no obstante, a cualquier edad. La clínica de debut suele ser de tipo nasal y ocular y es preciso seguir un tratamiento adecuado; dichos síntomas se pueden cronificar y dar lugar a las conocidas crisis asmáticas», subrayó José Antonio Álvarez.

Las principales manifestaciones que sufren los alérgicos, explicó el alergista, son respiratorias. Éstas se caracterizan por afectar tanto a la esfera nasoocular (lagrimeo, estornudos frecuentes) como a las vías respiratorias inferiores (tos, ahogo, sensación de pitidos al respirar) y a la piel (dermatitis y urticaria, principalmente). Los culpables de estas dolencias son los pólenes, que en Asturias comienzan a extenderse en febrero con la polinización de los cipreses y de los abedules. Los de las gramíneas causan efecto entre abril y junio.

El tratamiento para los pacientes que padezcan alguno de estos cuadros debe ser individualizado. Según Álvarez, «como un traje a medida», puesto que no todos los pacientes son sensibles a los mismos alergenos ni en las mismas proporciones. Las principales medicaciones que se utilizan en las patologías alérgicas son los antihistamínicos orales, y un tratamiento complementario lo constituye la inmunoterapia (vacunas). «Si los pacientes son alérgicos a los pólenes de gramíneas (los más frecuentes en la región), se deben administrar vacunas durante los dos o tres meses previos a la estación primaveral, y si los pacientes son alérgicos a los ácaros, estas vacunas se administrarán a lo largo de todo el año», matizó Álvarez.

El facultativo aconsejó que las personas que presenten síntomas alérgicos acudan al especialista. «Aparte de una minuciosa historia clínica, deben realizarse pruebas específicas para tratar de averiguar la causa de su sintomatología. Una vez hecho esto, ya se puede instaurar un tratamiento individualizado», dijo Álvarez, quien ofreció una serie de consejos para los alérgicos.

«En primer lugar, deben ser evaluados por un especialista. Posteriormente, al llegar la primavera, los pacientes deberán utilizar la medicación prescrita (antihistamínicos, espráis nasales o bronquiales) y tomar medidas como evitar estancias prolongadas en parques y jardines, dormir con las ventanas cerradas, usar gafas de sol o viajar en coche con las ventanillas cerradas.