El trazado de la Ronda Norte está desvelando a todos los ciudadanos una forma de hacer política y de gestionar los asuntos públicos que resulta sorprendente: se habla de negociar, consensuar y de «el bien común» como medida de cualquier alternativa, al tiempo que, desde una de las partes, se trata de demonizar a la otra, responsabilizándola de futuros perjuicios porque esta obra no se haga en tiempo, y obviando el daño claro que supondrá para una zona de un especial valor.

No deja de ser curioso que con tanto llamamiento al diálogo, con proposiciones no de ley aprobadas por la Junta General del Principado para establecer el consenso necesario, se pise el acelerador del despropósito jaleando al Gobierno de Asturias para que tome la decisión que conviene, y exige sólo una de las partes: Avilés. No contentos con explicarle a cada una de las administraciones implicadas qué es lo que tienen que hacer, cómo y en qué tiempo, la alcaldesa Pilar Varela; el concejal de Urbanismo de Avilés, Alfredo Iñarrea, y el secretario de los socialistas avilesinos -por cierto, diputado que aprobó esa proposición para el diálogo-, Álvaro Álvarez, atacan por todos los frentes para imponer una ronda definiendo, decidiendo y hasta dibujando cuál debe ser el lugar por el que esta vía debe transcurrir, tanto por su concejo como por el vecino.

Bueno, eso y mucho más, como denominar a Castrillón «grupo de vecinos», utilizo las palabras de Álvaro Álvarez en referencia a lo fácil que es mi posición por hacer bandera del clamor de todo mi concejo, o, peor, acusando, también el locuaz diputado, de «chulería» a esta alcaldesa.

Todo un detalle de respeto al cargo que ostento.

Los problemas sólo se solucionan hablando, negociando y consensuando.

Pero aquí se ha entrado en un juego de declaraciones intencionadas y muchas veces rastreras: Álvaro Álvarez ha dicho allí donde le han querido escuchar que Castrillón se opone a la ronda por intereses urbanísticos en la zona del Peñón de Raíces, aunque precisamente todos los pasos dados por este Ayuntamiento van en sentido contrario.

Son declaraciones con una total falta de respeto institucional y, peor, sin que hasta ahora el Ayuntamiento avilesino haya ofrecido una sola justificación, de peso, para explicar por qué el trazado sur, el mismo que prevé su planeamiento urbanístico, ya no les sirve. Ni un estudio técnico, ni un mero informe ha sacado el Ayuntamiento vecino para apoyar su posición.

Frente a ello, hablan de informes hechos por otras Administraciones, eso sí, sólo hablan de lo que les conviene y no los ofrecen a la opinión pública, como hizo Castrillón con el estudio de todas las alternativas barajadas por el Principado para esta vía, y en el que se recogen todos los inconvenientes de la Ronda Norte y todas las ventajas de la Ronda Sur. Un informe presentado públicamente y entregado a asociaciones de vecinos, Gobierno del Principado, Ayuntamiento de Avilés y, también, a la prensa, pues sólo con esa transparencia es posible que alguien conozca causas y razones y, sobre todo, pueda hacerse una opinión cabal de qué está sucediendo.

Hablan de diálogo, lo piden y, día sí, y día también, realizan filtraciones interesadas en los medios de comunicación, convocan ruedas de prensa con informaciones sesgadas o tan manipuladas que terminan por ser una mueca grotesca de la realidad. Un ejemplo: Alfredo Iñarrea dice que Avilés pagó incluso la rehabilitación de viviendas en Raíces. Primero, no son viviendas, sino el centro de interpretación del Castillo de Gauzón; segundo, no lo paga Avilés, sino la mancomunidad turística que, parece que a pesar de algunos, también incluye a Castrillón, Corvera e Illas y que, lógicamente, participan en el sostenimiento de esta entidad.

Por cierto, las playas están en Castrillón y supongo que también el concejal de Urbanismo de Avilés de cuando en cuando moja en ellas sus pies, al igual que Álvaro Álvarez, asiduo de las playas castrillonenses. Pues bien, el mantenimiento de esas playas, el servicio de socorrismo, y todo lo demás, lo paga Castrillón. ¿Qué clase de frivolidades son las que plantea este edil? ¿Acaso tendríamos que cobrarle una entrada?

En este conflicto, dice Avilés, se juega mucho, su futuro. Castrillón también. Que el Centro Cultural Oscar Niemeyer es bueno para todos, nadie lo niega, pero también la protección del entorno del Peñón de Raíces -el mayor yacimiento arqueológico medieval de Asturias-, y el monumento natural de El Espartal. Sin contar la sangría medioambiental que supondrá añadir un nuevo elemento negativo en la zona.

Llevo semanas pidiendo cordura y diálogo, pero hasta el momento lo único que he visto es nerviosismo y formas, cuando menos, poco adecuadas.

El diálogo no entiende de ataques indiscriminados y por la espalda y, mucho menos, de que alguien trate de imponer algo a otros. Eso no es diálogo es prepotencia. Algo que creíamos, sinceramente, olvidado en la comarca. El tiempo lo dirá

Ángela Vallina de la Noval es alcaldesa de Castrillón.