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La discusión entre la superestrella y el periodista confeso se fue por derroteros más meditabundos, por ejemplo, charlaron sobre la paz.

-¿Qué es la paz? -preguntó Coelho.

-La ausencia de conflicto -señaló Quintero.

-La belleza de la naturaleza está en el conflicto. Usted cenó conmigo (anteanoche, en el Faro de San Juan) y contemplamos la lluvia, el viento... era como estar delante de Dios. La idea que usted tiene sobre la paz es muy idealista... la naturaleza es y será siempre conflictiva.

Después de la paz, el suicidio.

-Escribí un libro sobre el asunto -dijo Coelho.

-¿Usted sintió la necesidad del suicidio, se le apagaron las luces?

Como los toreros, el novelista trató de cambiar de tercio, pero no logró doblegar al periodista preguntador, que se fue a las cuestiones llegadas por internet, la tecnología que democratiza la cultura, según Coelho.

-¿Es Paulo Coelho un superdotado...? -y Quintero hizo una larga pausa.

-¿Superdotado?

-¿Qué sigue...? Superdotado para la inteligencia emocional.

Y lo negó con una especie de parábola con el boxeo como protagonista.

-¿Le gusta boxear? -se extrañó Quintero.

-Me gusta el boxeo... ya sé que es políticamente incorrecto... Me gusta el boxeo porque me gusta el boxeo -con esta tautología decidió no hundir el diálogo en derroteros no deseados.

-Pero es violento -insistió Quintero.

-Vuelve sobre lo mismo: no es violencia, es confrontación.

La vida de Paulo Coelho es un universo continuado un «vivir en el presente».

-¿La libertad se compra?

-¿Qué es la libertad? -volvió el interrogado a ser interrogador para después tratar de explicar su concepción de la vida:

-Hay dos aspectos claros en la libertad. El más claro es aquel que se enfrenta a la invasión de Irak o a la República Checa cuando la URSS. Pero luego hay otra libertad: la de mi padre que se jubila y dice que ahora será libre y al año no tiene nada que hacer. Yo soy libre porque estoy comprometido.

-¿Cree en el juicio final?

Y la respuesta la encontró en una parábola: el cordero no manda a las almas al cielo o al infierno por sus acciones, sino por la capacidad o no de amar.

-Y en nuestra mano está amar lo suficiente.

-Señor Coelho, ¿por qué se casó cuatro veces?

-La pregunta precisa sería mejor: ¿Por qué no se casó una quinta? La respuesta es clara: porque encontré el amor hace veintinueve años.

Paulo Coelho fue quien cerró la entrevista, el que dijo que encendieran las luces del teatro, el que quería ver al público devoto. A ellos, como dijo Jesús Quintero -«y no el del Gólgota»- les dirigió una nueva parábola: la del niño ucraniano que que quería ser Coelho, cuando el escritor quería ser el niño.

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