Amaya P. GIÓN

Dicen los expertos que, a falta de recetas para dar portazo a la crisis actual, resulta necesario invertir en formación e innovación. El mensaje, en cambio, no tiene la respuesta que reclaman políticos y economistas. «Queda mucho camino por andar en la formación en el marco de la empresa. En buen número de casos es el trabajador el que se muestra reticente a convertirse en alumno, sobre todo en sectores como el metal o la construcción, y ese es un grave error», asegura el avilesino José María Jove.

Jove se ha convertido en emprendedor hace apenas medio año, cuando comenzaron a percibirse los efectos de la crisis. El pasado noviembre puso en marcha la firma Eformateca, con sede en el centro de empresas La Curtidora. Se trata de una consultora tecnológica de formación especializada en cursos avanzados para el ámbito empresarial, tanto pequeñas y medianas (pymes) como grandes empresas. En líneas generales, oferta formación en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y cursos de lenguaje de programación on line para empresas y también específica para estudiantes. Aunque también imparten clases presenciales, Eformateca se centra fundamentalmente en la formación a distancia y a través del ciberespacio. Sus alumnos, explica, son principalmente madrileños, catalanes y asturianos.

«Nuestro mercado lo constituyen principalmente las firmas TIC. La implantación de empresas como CSC (Computer Science Corporation) o Satec en Avilés influyó para que nos instalásemos aquí», explicó.

José María Jove asegura que «hay empresas que se molestan mucho por la formación y por estar al día, como es el caso de las tecnológicas que, por su propia naturaleza, se ven obligadas a reciclarse continuamente». «Los lenguajes (informáticos) avanzan y las compañías tienen que avanzar al mismo ritmo de crecimiento de esos lenguajes», añade.

Pero el caso de las firmas TIC constituye más bien una excepción que una generalidad en lo que a cuestión de formación interna se refiere. «Se ha invertido muy poco en formación por parte de los empresarios. En su momento no invirtieron el tiempo ni el capital necesario. Ahora disponen de subvenciones pero en muchos casos es el trabajador el que no pone de su parte, el que se niega a la innovación del conocimiento; se aferran a sus convenios y de ahí no hay quien los saque. Las empresas tienen cada vez más claro que la formación es un bien para la empresa pero el trabajador es el primero que pone trabas», argumenta.

Aunque confía en que la crisis pase de largo por su negocio, Jove percibe algún que otro coletazo. «Estamos trabajando bastante. Empresas nacionales imparten algunos de nuestros cursos. La caída de la demanda de nuestros servicios se percibe más entre las pequeñas y medianas empresas. Muchas se están dedicando a la autoformación, utilizan subvenciones para impartir ellos mismos los cursos que precisan sus trabajadores», explicó.