San Juan de la Arena,

Myriam MANCISIDOR

Objetivo: llenar el buche. ¿Dónde? En la calle, a pleno sol. Más de doscientos vecinos de La Arena y un buen número de turistas, alentados por la asociación cultural Garabuxada, participaron ayer en la I Comida en la calle que se celebró en el parque de la localidad sotobarquense. Reinó la diversión y la fiesta se prolongó hasta bien entrada la tarde. La avilesina Ana Vidal, con casa en La Arena, fue una de las primeras en acercarse al jaleo gastronómico. «Lo estamos pasando muy bien, aunque tengo que decir que no se parece en nada a la fiesta similar que se hace en Avilés», subrayó, haciendo alusión a la populosa comida en la calle que cada lunes de Pascua se celebra en la villa del Adelantado. Lo de La Arena era una imitación a escala.

Armando Suárez García, de Arnao (Castrillón), puso la guinda a la fiesta callejera con su disfraz de chef. Y como tal, obró. Sartén en mano fue el encargado de freír chorizos y panceta para una mesa de unos cuantos comensales. El vino, eso sí, se lo suministraban sus ayudantes por eso de compensar esfuerzos. «Hemos venido un grupo de amigos y lo estamos pasando francamente bien», explicó con el aceite en su punto para hacer las delicias de los presentes.

La pequeña Inés López, de Oviedo, tampoco se quiso perder la fiesta organizada por Garabuxada. El colectivo se encargó de colocar el mobiliario y cada comensal llevó la comida que más le apetecía degustar en la calle: predominó la carne en distintas variedades. El grupo de José Palomares, formado en su mayoría por vecinos del bajo Nalón (Pravia, Soto del Barco y Muros de Nalón), organizó una parrillada para sesenta personas: la peña Felicianos.

«Como es la primera vez que se organiza un evento así no estamos muy preparados pero, al final, nos juntamos un grupo bastante grande», explicó. La pandilla, eso sí, llevaba incluso camisetas patrocinadas por una firma de materiales de construcción asentada en Muros de Nalón, gorras y pañuelos a juego. Para que no se diga. Los de Garabuxada también repartieron ropa conmemorativa del evento y organizaron juegos para mantener distraídos a los más pequeños mientras los mayores daban rienda suelta a la mandíbula. La comida en la calle concluyó con éxito de participación, sol y digestiones a la sombra.