Salinas, Vanessa PARAPAR

El Cantábrico se exhibió ayer en el litoral asturiano y su espectáculo no dejó indiferente a casi nadie: en Salinas las olas sumaban varios metros y golpeaban con dureza el paseo marítimo. ¿El motivo? La pleamar de las seis y media de la tarde coincidió con la «mareona» de San Agustín, como se conoce al fenómeno que ocurre cada año por estas fechas. Cuando se da una conjunción del Sol y la Luna, alineados, las mareas adquieren más intensidad al sumarse las fuerzas gravitatorias de ambos astros. Son las denominadas «mareas vivas».

Los bañistas de la playa de Salinas y los visitantes apenas podían quitar la vista del mar. «La marea es impresionante y a la vez maravillosa, no puedo dejar de mirarla», confesaba Carmen García, avilesina. Beatriz Rodríguez y Verónica Castañón, dos ovetenses que frecuentan el arenal castrillonense, contaban, mientras las olas rompían contra el muro, que es la primera vez que ven la playa así. «Impresiona ver cómo golpean las olas: no hay playa, el agua lo cubre todo. Es todo un espectáculo», sentenciaban. Otra ovetense, María García, contaba que nunca había visto el mar llegar hasta el muro.

Pero no sólo los caprichos del Cantábrico impactaron a los asturiano. Los turistas que visitaban ayer el arenal de Salinas se quedaban extasiados cuando veían que las olas salpicaban a los intrépidos que se acercaban hasta la barandilla en busca de la mejor fotografía. Eusebio Álvarez, un leonés que hacía diez años que no visitaba Salinas, se quedaba perplejo contemplando el mar mientras las olas mojaban su cara. «Lo que está pasando en Salinas me parece una preciosidad, me quedaría horas disfrutando de este paisaje», decía. A Dolores López, de Luxemburgo, a la que ya le impactó el mar en calma, ayer apenas podía contener la emoción.

Los que más disfrutaron de las olas que «regaló» el Cantábrico fueron, no obstante, los surfistas que surcaron durante buena parte del día las aguas embravecidas de una «marea viva».