Mozart escribió en 1791 una carta llena de profunda y serena tristeza: «Mis ideas se oscurecen. Sólo con mucha dificultad puedo concentrarme...». El sentimiento de la muerte domina el «Réquiem en re menor» que ayer sonó en la iglesia de San Nicolás de Bari a modo de despedida de las fiestas de San Agustín. El concierto lo ofreció Sabugo Filarmonía con Rubén Díez a la batuta y los cantantes María Fidalgo (soprano), Julia Arellano (mezzo), Pedro González (tenor), Axier Sánchez (bajo) como solistas. La actuación congregó en el templo a decenas de personas que elogiaron la interpretación y rompieron en aplausos al finalizar la obra.

Mozart presentía con lucidez que escribía el «Réquiem» para sí mismo; por ello, el proceso creativo de la obra estuvo entrañablemente ligado a las circunstancias de los últimos días de su vida. Los músicos que actuaron en la iglesia de San Nicolás de Bari llevaron hasta la perfección la pieza. Y el público se lo agradeció.

La soprano María Fidalgo, natural de Langreo, estudió piano en el conservatorio «Valle del Nalón». Ya en el pasado año trabajó como solista junto a la Orquesta Sabugo Filarmonia en la obra «Magnificat» de Bach bajo la dirección también de Rubén Díez. La mezzosoprano Julia Arellano, de Madrid, posee una dilatada carrera profesional al igual que el tenor Pedro González. El barítono Axier Sánchez, de Irún (Guipúzcoa), debutó por su parte en el teatro Real de Madrid con la ópera «Desde la casa de los muertos» de Leos Janacek, bajo la dirección musical de marc Albrecht. Y Rubén Díez, el director musical de Sabugo Filarmonía, inició sus estudios en el conservatorio municipal Julián Orbón. Actualmente compagina su trabajo en este colectivo integrado en la fundación Sabugo ¡Tente firme! con la finalización de sus estudios superiores en el Real Conservatorio de Madrid, en las especialidades de Dirección de Orquesta, Composición y Dirección Coral.