Burela (Lugo),

Ignacio PULIDO

Ni siquiera ha salido el sol aún. Son las seis y media de la mañana y la actividad en la lonja de Burela toca techo. Apenas hace unas horas que han llegado varios arrastreros procedentes del Gran Sol, entre ellos el «Pixuetinas», un barco que hasta hace un mes tenía su base en el puerto de Avilés y que al igual que otras embarcaciones del Principado ha optado por trasladarse a los muelles lucenses para vender sus capturas basadas principalmente en la merluza, especie pesquera que representa entre el veinte y el treinta por ciento de todo el pescado desembarcado en Asturias. Esta diáspora ha generado un desequilibrio en el mercado asturiano y desde hace unos días son varios los mayoristas que han tenido que incrementar sus operaciones en la rula burelense. LA NUEVA ESPAÑA ha visitado las instalaciones de Burela y ha sido testigo de la actividad que desarrolla en su interior.

Desde hace doce años, la gestión de la lonja de Burela está controlada por la sociedad de armadores (ABSA). «Nos hicimos cargo de la venta del pescado porque la ley de cofradías ponía muchas trabas», afirma Abelardo Basanta, actual presidente de ABSA. Tras varios años utilizando el edificio de la antigua rula, la sociedad de armadores trasladó sus instalaciones a un nuevo inmueble levantado en 2002, para cuya construcción obtuvo una subvención del Gobierno de Galicia. «Aunque ABSA es una empresa privada, la Xunta nos concedió una serie de ayudas», comenta Basanta. A día de hoy, la única relación de la lonja con la administración pública se restringe única y exclusivamente a las rutinarias «inspecciones de pesca y de sanidad», tal y como describe Basanta.

A lo largo de este tiempo ABSA ha logrado hacer realidad su experimento, convirtiendo a la lonja de Burela en la cuarta con mayor número de ventas en Galicia, tan sólo superada por La Coruña, Ribeira y Vigo. A falta de cuatro meses para la conclusión del año, la rula lucense ya ha vendido 17.348 toneladas de pescado por lo que es probable que a finales de diciembre supere su récord alcanzado en 2007, con 20.567 toneladas.

La filosofía de la lonja de Burela bien podría ser ejemplo del libre mercado. «La clave de nuestro éxito es que le vaya bien a los armadores. Esto funcionará mientras haya pescado», sostiene Basanta y añade que «las instalaciones de ABSA están abiertas a todo el mundo». «Damos el mismo servicio a los de fuera que a los de aquí. Unas veces hay más barcos y otras menos. No hacemos virguerías», afirma.

Amarrados en el muelle, esperan para hacerse de nuevo a la mar barcos del País Vasco, de Cantabria y de Asturias, entre los que se encuentra el «Pixuetinas». Según la presidencia de ABSA, las embarcaciones gallegas tan sólo representan el cincuenta por ciento de una flota dedicada sobre todo a la pesca de la merluza y del bonito en aguas del Gran Sol.

La tendencia actual del mercado apunta a la concentración de las ventas en pocas lonjas. «Por ahora parece que va a ser así pero puede cambiar. El mercado es dinámico y no se puede atar a nadie. Por ejemplo aquí se vende poco marisco, suele ir todo para Cedeira», advierte Basanta.

El 95 por ciento del pescado rulado en Burela se exporta a grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Tras ser desembarcado, el género es pesado en las puertas de las diferentes lonjas. A cada caja se le pone una etiqueta con un código de barras y tras colocar la mercancía se inicia la venta. Posteriormente, los compradores, que disponen de naves en las instalaciones, embalan las cajas e inmediatamente se cargan en el puerto de camiones para llegar a tiempo a su destino.

El año no está siendo bueno en lo que respecta a precios. La cantidad de capturas se ha mantenido e incluso ha mejorado, según Basanta, pero el valor del pescado es bajo debido a un descenso del consumo especialmente sensible en las ciudades. Mientras, en el muelle han atracado dos barcos repletos de sardinas. La actividad sigue en el «puerto abierto» de Burela.