Francisco L. JIMÉNEZ

La crisis no ha logrado paralizar la actividad en los astilleros de la ría de Avilés pero sus efectos se dejan notar en forma de reducción de pedidos, congelación de otros a la espera de que los bancos presten el dinero necesario para dar «luz verde» a la construcción y ajustes de los costes a niveles mínimos. El objetivo es seguir a flote, tarea nada sencilla con la que está cayendo, según explican los responsables de las dos empresas que mantienen la actividad naval en la margen derecha de la ría, Astilleros Ría de Avilés, S. L. e IPSA, cada uno especializado en tipos diferentes de barcos.

La clientela de Astilleros Ría de Avilés encarga embarcaciones con casco de acero y esloras mayores de 25 metros. La competencia natural de la empresa se encuentra en países emergentes de Medio Oriente y en el este asiático, firmas que se benefician de costes salariales muy inferiores a los españoles y a los que la crisis les ha puesto en bandeja una nueva baza: la cotización del dólar. «La fortaleza del euro frente a la divisa estadounidense se ha convertido en un serio contratiempo para nuestra actividad. El mercado internacional factura en dólares, pero nuestros gastos los pagamos en euros. Esto quiere decir que tenemos que hacer frente a los pagos con una moneda -el euro- que pasa momentos de fortaleza y cobrar en otra -el dólar- que se halla bajo mínimos», explica un portavoz del mayor de los dos astilleros avilesinos. Para complicar aún más las cosas, añade el mismo interlocutor, el precio de la chapa naval, pese a la crisis, no ha bajado de precio.

Aún así, Astilleros Ría de Avilés capea la marejada con cierta solvencia: en estos momentos la empresa tiene en construcción dos remolcadores de más de 40 metros de eslora con destino a Italia y Libia, además de un mercante en reparación. La apertura al mercado exterior es, más que una estrategia de diversificación, la verdadera clave de la supervivencia del negocio.

Desde la dirección del astillero aseguran que existe una importante cartera de pedidos apalabrada pero, como ocurre con la compra de vehículos particulares, el banco tiene la última palabra. «Si los armadores no consiguen la financiación para confirmar el encargo no hay nada que hacer. Y en esas estamos», señala un portavoz de la compañía.

El sector de la construcción naval comenzó a percibir cierto deterioro del mercado hace ya dos años. La reducción de fletes navales -cuyo reflejo es el desplome de los tráficos portuarios-, la suspensión de los encargos de nuevos barcos hasta que se despejen las incertidumbres económicas y la feroz competencia de las empresas extranjeras obligó a Astilleros Ría de Avilés a revisar su estructura de costes y a extremar el control del gasto. «Hay que apretar el cinturón y aguantar como sea», aseveran los responsables del astillero.

La otra gran empresa avilesina dedicada a la construcción naval, IPSA, se ha agarrado al clavo ardiendo de los barcos pesqueros que construye con gran éxito para los países escandinavos desde hace años para capear el temporal. «Los pedidos de embarcaciones de corte recreativo y deportivo han caído prácticamente a cero. Sobrevivimos con los encargos de reparaciones y mantenimiento y con los proyectos de barcos para actividades pesqueras», comenta un portavoz de la firma avilesina, especializada en trabajos navales con poliéster reforzado con fibra de vidrio. La competencia de esta empresa no está en Asia como la de Ría de Avilés, sino mucho más cerca, en Galicia y el País Vasco. «Son malos tiempos para todos, incluso alguna empresa del sector ya ha tenido que cerrar», afirman en IPSA.

El bache se deja sentir también en las ferias monográficas del sector. El pasado fin de semana se clausuró en Vigo la Feria mundial de pesca 2009 y tanto los resultados como la asistencia de público y expositores, a juicio de la delegación comercial que mandó a ese evento Astilleros Ría de Avilés, fueron «muy pobres».

La construcción naval genera en la comarca avilesina un centenar de trabajos aproximadamente, cifra que, no obstante, está sujeta a importantes fluctuaciones en función de la carga de trabajo de los astilleros. Tanto IPSA como Ría de Avilés disponen de gradas de diversos tamaños con grúas y pórticos para el montaje de los barcos. En el caso del Astillero Ría de Avilés, la empresa cuenta con talleres propios de calderería, soldadura y mecanización, todo en un área cubierta de 13.565 metros cuadrados.