El Ferrero / Zeluán,

Illán GARCÍA

«El PP no quiere ponerle una calle ¿Y si el pueblo dice que sí?». Con estas palabras, la hermana pequeña y ahijada de Cristino García, Celia, de 78 años, expresó su extrañeza ante la decisión del alcalde, Salvador Fernández, de no colocar una calle con el nombre del guerrillero gozoniego. «Una prima mía de Piedras Blancas estuvo hace dos meses o tres en Francia y quedó asustada de todas las calles que hay con el nombre de Cristino», relató Celia García. La otra parte de la familia que aún vive en El Ferrero mantiene la misma opinión: «¿Cómo es posible que en Francia sea tan reconocido y en su municipio no?». Con estas declaraciones, la familia de Cristino García se suma así a la petición de una calle para el luchador republicano y de la Resistencia francesa que ya inició el Foro por la Memoria Histórica hace dos semanas. El reconocimiento de la figura del gozoniego en Francia fue tal que se le condecoró en vida y después de fallecido, la familia García Granda recibió ayudas económicas del Estado galo, según confirmó la hija pequeña de la familia.

El día en el que la dictadura franquista ejecutó al único gozoniego con la distinción de la Legión de Honor de manos de Charles de Gaulle por su lucha contra los nazis, Celia García tenía 14 años. La ahijada de Cristino García recuerda aún que su padre, José, tenía un viaje previsto para ir a verlo a Madrid. No pudo ser. El viaje se tuvo que interrumpir. «Aquel día lo recuerdo bien, vino a casa todo el mundo: ¿cómo cree usted que lo pasamos?», explica Celina.

Sus padres aún confiaban en volver a abrazar a su hijo como él mismo escribía en una de sus últimas cartas. Cristino García preguntaba en estos escritos por la salud de sus padres y por las nuevas noticias que podrían afectar a la familia: «Cuando me escriban (...) me dirán cómo están, si ya se sienten muy viejecitos y de mis hermanos, si se ha casado alguno, cuando los dejé eran niños pero ahora ya son personas mayores y si Celina se acuerda de su padrino». Éste es un pequeño extracto de una de las dos cartas que aún se conservan. «Se perdió la mayoría porque él mandaba muchas», recuerda su hermana pequeña. Los padres de Celia y Cristino García apenas sabían leer. «Era el propio cartero que era de Bañugues el que las leía, y pese a que era de derechas, le daba pena, se emocionaba», recuerda la hermana pequeña de los García Granda.

La familia de Cristino García demanda que se tenga en cuenta la figura de un «defensor de las libertades, de un gozoniego que luchó contra la ocupación nazi en Francia y que volvió a España para luchar como maquis y así liberarla del franquismo» y entienden que una manera de reconocerlo es poniéndole una calle.