Amaya P. GIÓN

Irene Gómez tiene 82 y seis nietos. «Cuidarlos no es una esclavitud. Aunque estés con el agua al cuello de trabajo siempre lo haces con gusto y con ilusión». De su misma opinión son María Franco, Martina Cembellí, Piedad Rodríguez, Valentina López, Laurentina de la Torre y Ortensia Gómez. Todas ellas son abuelas avilesinas que dicen disfrutar del cuidado de sus nietos y, en algún caso, bisnietos. «Cuidarlos siempre es un placer», aseguraban ayer todas ellas minutos antes de participar en el II Encuentro de abuelas y mujeres mayores que acogió el auditorio de la Casa de Cultura. Pero, ¿sigue siendo un placer si ese cuidado es diario?

Ser abuela también tiene riesgos. Los médicos dicen estar detectando un incremento de mujeres mayores de sesenta años que sufren síntomas clínicos al sentirse desbordadas por el cuidado de los nietos. Se trata del síntoma de la abuela esclava.

Martina Cembellí (69 años) tiene dos nietas. «Me toca cuidarlas de vez en cuando. Yo trabajé toda la vida y me las tuve que arreglar, pero siempre se ayuda con gusto a los hijos», aseveró. Como esta avilesina, son muchas las abuelas que cuidan a sus nietos para que sus hijos puedan desarrollar sus respectivas profesiones y ahorrarse el pago de una guardería. La incorporación de la mujer al mundo laboral ha disparado el número de abuelas cuidadoras que pretenden que sus hijos, y principalmente en el caso de las hijas, tengan todo aquello que ellas no pudieron disfrutar: estudios, un buen trabajo y tiempo libre, principalmente.

De esta dependencia de los padres y madres de hoy respecto a las abuelas habló ayer en la Casa de Cultura la psicóloga Nieves Fernández Tresguerres con una ponencia titulada «Las abuelas cuidadoras, ¿recurso para la conciliación o esclavitud?». La respuesta, según la experta: «Se da un poco de todo. Hay situaciones en las que sí se trata de un recurso de conciliación pero, hoy por hoy, cada vez se da más el fenómeno de la abuela esclava».

Cada vez es más frecuente que mujeres maduras o mayores se sientan obligadas a cuidar a sus nietos. «En ocasiones, cada vez más habituales, deriva en cansancio permanente, hipertensión incontrolado o malestar anímico. Con el paso del tiempo, mujeres mayores que en principio acceden con ilusión y satisfacción al cuidado de los nietos ven que no pueden disponer de su tiempo, postergan sus necesidades y un rol que al principio fue placentero termina siendo una carga», explicó Nieves Fernández.

Fatiga, cansancio y depresión son algunos de los síntomas que sufren las «abuelas esclavas» que se acaban sintiendo desbordadas por el cuidado de los nietos. El consejo de Fernández Tresguerres: «Muchas mujeres mayores ni siquiera son conscientes de que son abuelas esclavas. Sus hijos deben escucharlas y ser conscientes de las consecuencias que tiene para la salud de las mujeres mayores tener tanta responsabilidad en el cuidado de sus nietos».

La psicóloga señaló, además, que los abuelos tienen cada vez un papel más activo en el cuidado de los pequeños de la casa. «Ya hay abuelos jóvenes, de unos 50 años, que cambian pañales y llevan a sus nietos al parque. El rol de los abuelos en los próximos años también irá cambiando», aseveró.

Además de Nieves Fernández participaron en el encuentro las concejalas Paula Bartolomé (Mujer), Yolanda Alonso (Bienestar Social) y Purificación García (Servicios Sociales) que homenajearon, con sus intervenciones, a las participantes. «El trabajo gratuito y esmerado de una abuela nos aporta tranquilidad a las que somos madres trabajadoras. Sabemos que aunque no estemos en casa a nuestros pequeños no les pasará nada. Además, sois un verdadero chollo y un ejemplo de cariño, dedicación, trabajo bien hecho y ahorro», dijo Bartolomé a las participantes en el encuentro.

Las abuelas, esas que ejercen un trabajo tan importante como desinteresado y silencioso, fueron ayer las protagonistas y las homenajeadas.