Con este lema arranca su andadura la polémica campaña que organiza, para los jóvenes de la región, la Junta de Extremadura. Se harán unos talleres que pretenden orientar a los jóvenes en materia de sexualidad, autoestima y marginación. Pero como viene siendo habitual, los colectivos más conservadores del país se han echado encima como si la Junta estuviese invitando a los adolescentes a orgías desenfrenadas. Pues no, nada más lejos de la realidad.

Es cierto que el nombre puede herir la sensibilidad de nuestra Santa Iglesia, esa que piensa que el cilicio debe ser parte de nuestra vestimenta de diario. No, no es que nos dejen el domingo de descanso, es que como este último es el día del Señor, ellos preferirían que llevásemos dos. Todo lo que suene a placer está vetado para ellos, que no saben vivir si no es a través del miedo, el dolor y la infelicidad de los demás, que no de la suya propia. Pero el nombre de la campaña puede tener tantas lecturas como queramos darle. Una de ellas podría ser que es nuestra la decisión de disfrutar o no del placer que nuestro cuerpo puede darnos. En definitiva, en eso consiste la educación sexual. Pero tanto ellos como la prensa y los grupos conservadores del país han preferido quedarse con la que hemos podido ver en la mayoría de los titulares de la semana pasada: «La Junta de Extremadura inicia una campaña para enseñar a masturbarse a los jóvenes». Está claro que cuando de la foto de un banquete sólo nos fijamos en los platos de comida y no en la cara de los comensales, es que estamos muertos de hambre. O, simplemente, que tenemos ganas de fastidiar.

Hablando, el otro día, con mi buena amiga Annie Christian, uno de los mejores talentos para el diseño gráfico que tiene el Principado, me hacía hincapié en lo contradictorios que son los mensajes de nuestros clérigos. Me decía Annie que cuando se hablaba de la no menos controvertida ley del Aborto, ese sector de la población que se parapeta tras una sotana para decir cosas que ni ellos mismos se creen, nos decía que lo que realmente hacía falta era una buena educación sexual y no la legalización del aborto; pues bien, ahí la tienen ¿y qué es lo que hacen ellos? Negarse nuevamente. Y ¿por qué? Pues de verdad que no lo sé; porque advirtiendo lo que el pensamiento de la sociedad ha avanzado y que el sexo ya no es el tabú que fue antaño, sólo se me ocurre que quieran seguir imponiendo sus trasnochadas normas basándose, una vez más, en el miedo al castigo eterno. ¿Es o no es de estar un poquito reprimidos?