Juan C. GALÁN

El ser humano está rodeado de retazos de arte por doquier. Sin embargo, los estudios más concienzudos se concentran en el concepto de arte con mayúsculas: aquellas construcciones que elevan el espíritu y marcan un hito en la historia de la humanidad. Sin embargo, los expertos parecen olvidarse del arte cotidiano, del que encumbra a las calles de todas las ciudades del mundo y que, por cercanas, pasan desapercibidas. La Escuela Superior de Arte de Asturias, con sede en Avilés, pone un año más, y van seis, el foco en el arte más ligado al pueblo. Bajo el epígrafe «Patrimonio ¿perdido?», los responsables del centro iniciaron ayer en Camposagrado sus ya tradicionales Jornadas de conservación y restauración de artes decorativas.

«Pretendemos dar valor a lo cercano, a la parte más humana del arte», señaló en la inauguración Roberto Crespo-Joglar, director del centro. «Lo más cercano a la gente parece que se desprecia pero, sin embargo, es precisamente lo que hace historia, sobre todo etnográfica, es lo que mejor cuenta la experiencia vital del pueblo», añadió Crespo-Joglar. El director de la Escuela de Arte ejemplificó la esencia de las jornadas con las labores de conservación de herramientas y cerámicas que lleva a cabo Elena Vigil en el Museo del Pueblo de Asturias. Artefactos que han pasado por cientos de manos, que han servido al pueblo, y que ahora alcanzan la categoría de arte. Precisamente Vigil fue una de las protagonistas de las ponencias que completaron, ayer, la primera fecha del encuentro.

Las piezas artísticas en las que se centran las Jornadas de restauración y decoración tienen el alma de lo cotidiano. Su grandeza no es estética, sino ética. «No son un Velázquez, pero son testigos de los usos y costumbres sociales», señala Crespo-Joglar, que reclama un cambio de mentalidad en los profesionales. «La sociedad ha avanzado y no se puede seguir pensando como hace quince años: el arte decorativo es, incluso, una buena fuente de ingresos económicos», comenta el director de la Escuela de Arte de Asturias.

Así, materiales tan cotidianos como el yeso o el vidrio fueron los temas centrales de las conferencias de ayer. María Sedano, jefa de departamento de Conservación y Restauración de la Escuela de Arte de Asturias, junto a la ex alumna del centro, Raquel Viejo, disertaron sobre la técnica del «Verre Eglomise», que combina la pintura negra y dorada con el vidrio como capa de protección. La utilización de la técnica del bajo-vidrio, hoy poco conocida, fue muy popular en el siglo XVIII. A España llegó de Europa Central. «El problema es que hoy muchos conservadores se encuentran con el problema de que no saben cómo tratar esta técnica, cuando es patrimonio popular, por lo que merece la atención del sector», señaló María Sedano, que lamentó la poca conservación de trabajos en bajo-vidrio que se conservan hoy día en Asturias.