El fantástico templo de San Lorenzo de Cortina se alza en una de las partes más altas de Llaranes Viejo, en el concejo de Avilés.

Como dato histórico curioso citar que en el año 1732, los llaranenses reciben un apercibimiento en el que se informa a los mismos de que queda prohibido decir misa en la iglesia por encontrarse ésta en ruina, y que si en el plazo de 8 meses no se repara, se mandará demoler. El aviso debió de surgir efecto pues en el año 1773 se le concede la condición de iglesia de asilo, para lo que debe estar en buenas condiciones.

La estructura actual de la ermita es del siglo XVII, aunque sea de origen prerrománico, del que conserva una ventana geminada de dos vanos de herradura en su portada principal, datada entre los siglos IX y XI y cuyo modelo se repite en varias zonas de la región (San Martín de Laspra, San Cipriano de Pillarno, etcétera). La espadaña y campana son obra de los años 50, siendo esta última realizada en hierro fundido en Trubia.

En el interior lo que más llama la atención es su hermoso retablo de estilo gótico florido con tetrapétalas y vides, símbolo de la eucaristía. El actual es réplica del original que se llevó la Guerra Civil española en 1936, del que sólo se conserva el sagrario, que fue guardado en la vivienda de algún vecino mientras duró la contienda.

Preside su hornacina la imagen de la Virgen Milagrosa, realizada probablemente en pasta de madera por Talleres Olot (según reza un sello en su parte posterior) a mediados del siglo XX. Representa a la Virgen pisando a la serpiente, símbolo del pecado.

Ocupando la peana derecha del retablo y de la misma fábrica catalana es la imagen de San José con el Niño, imagen de tradición en la mayoría de las iglesias. Al tener el mismo sello que la imagen anterior suponemos que es de la misma época.

En la peana izquierda se encuentra la imagen moderna de San Lorenzo, realizada a finales de los 50 o principios de los 60. Aunque de reciente factura, es una obra de excelente calidad, rematada en pan de oro y con la palma y parrilla, símbolos del martirio del titular.

Cuando en 2005 se rescatan de detrás del presbiterio y se restauran las imágenes de San Lorenzo (la imagen antigua) y un San Antonio se hace necesario la realización de dos nuevas peanas para entronizar las figuras. Se hace el encargo al carpintero local Jesús Alfredo Suárez Díaz y sigue el modelo de las peanas originales del retablo.

La imagen antigua de San Lorenzo es una obra de madera de frutal policromada del siglo XIX rescatada por José Ángel del Río, quien la descubrió, y por Natalia Paíno, quien la restauró.

El San Antonio es de un taller popular, también del siglo XIX aunque de mejor calidad que el anterior, también la encontró José Ángel y fue restaurada por Mónica Ruiz.

También de Talleres Olot es una pequeña imagen de San Antonio, de finales de los 30 o principios de los 40.

La pared sur de la ermita está presidida por la imagen de la Virgen de Guadalupe, donada por la feligresa Covadonga Vega.

Probablemente, el objeto de mayor valor de la ermita sea el estandarte procesional, una obra del siglo XIX realizada en seda natural. La estampa que lleva es igual que el San Lorenzo del siglo XIX. Está decorado con motivos florales. Necesita una restauración urgente.

En 2006 se realizaron unas obras de pintado de las paredes y techo de la ermita y, casualmente, la persona encargada de las obras encuentra unas pinturas, que tras diversas prospecciones se afirma que son figuras geométricas (imitando el sillarejo con los bordes en ocre) y que están por toda la capilla. Lo más probable es que en la zona de la cabecera haya un retablo pintado como era de costumbre en aquella época, pero la pizarra que cubre el testero y la mitad inferior del resto de paredes, por ahora, no dejan aprobar esta teoría.

A finales de los años 50 o principios de los 60 se realiza una mala restauración integral, que aunque «chapuza», gracias a ella conservamos la ermita. En ella se puso una carga de cemento en las paredes norte y este, destruyendo cualquier rastro de ventana similar a la de la fachada principal en el testero. También se añade la pizarra anteriormente citada, así como la espadaña y la campana.