El día 21 de diciembre se produce el solsticio de invierno. Es el día en el que el Sol comienza a renacer, comienza a vencer con su luz, con su luminosidad, las tinieblas y la oscuridad del invierno. Es desde este momento en que los días comienzan a crecer. Los paganos, en la antigua Roma, celebraban este día de forma especial, era el día de Mitra el dios de la luz solar, conocido en la antigüedad, principalmente en Persia e India, y adoptado como propio por el Imperio.

Es también el día en que Sagitario está a punto para dejar paso a Capricornio en el calendario zodiacal. Sagitario se representa por el sátiro Croto, que vivía en compañía de las Musas en el Monte Helicón. Croto, además de inventar el arte de disparar flechas, inventó el aplauso mientras escuchaba a las musas. Por su parte, Capricornio se representa por una cabra, que fue la que cuidó y alimentó a Zeus cuando éste era pequeño, y a quien Rea confió para que lo protegiese de su padre Crono, que quería matarlo como al resto de sus hermanos.

En otro orden de cosas señalar que Jasón fue un héroe de Tesalia, en la antigua Grecia. Fue el encargado de traer a su patria el «vellocino de oro», la piel del carnero sagrado que había sido llevado por Frixo y Hele a las lejanas tierras de la Cólquide, actual Georgia, en el Cáucaso. Partió con un grupo de compañeros que le ayudaron a conseguir el «vellocino», los «argonautas», llamados así porque tripularon el navío «Argos», con el que atravesaron el entonces llamado «Ponto Euxino», conocido ahora como el Mar Negro. Se decía que sobre el país de Iolcos pesaba una maldición que solo sería vencida cuando el vellocino volviese de la Cólquide. Jasón fue el encargado de reponer el vellocino usurpado y superar así la maldición.

Son estas bellas historias de la mitología griega, romana y de la astrología, que podríamos describir mucho más extensamente pero que hemos sintetizado de forma deliberada, pues no tenemos espacio para desarrollarlas ni son ellas en sí mismas y propiamente el objeto de este artículo. Pero sí que vienen a cuento porque a veces, de forma casual o no, parece que, efectivamente, existe una cierta coincidencia, una conjunción de cosas que nos pueden hacer detenernos un momento a pensar y, como mínimo, a sonreír.

Sí, porque fue este 21 de diciembre cuando un sagitario, gracias al apoyo de un grupo de argonautas, mecenas y filántropos avilesinos y asturianos, entrando ya en la constelación de capricornio, viaja a la lejana Cólquide murciana y logra rescatar el vellocino, la piel del carnero sagrado (pergamino conteniendo el Fuero de Avilés, que había sido sustraído de la ciudad hacía 200 años) y volver con él a la Tesalia avilesina.

El día que la luz empieza a derrotar a la oscuridad, el día en que sagitario da paso a capricornio, el vellocino de oro, en forma de pergamino, vuelve nuevamente a nuestra villa. El padre Zeus, el dorado dios de la luz, el sol invictus triunfa de nuevo, y el malvado y envidioso Crono, cuya insaciable ansia de poder hace que se convierta en asesino de su padre y de sus propios hijos, es de nuevo derrotado y desterrado, junto con sus secuaces, al lejano y desolado Tártaro. Así sucedió y así se lo cuento a ustedes en este «Diario de a bordo».