Francisco L. JIMÉNEZ

La exigua flota de cerco que se mantiene operativa en Asturias -cuatro barcos, tres de ellos con base en Avilés y en Lastres- resulta insuficiente, según los compradores de pescado, para abastecer el mercado. La consecuencia de ese desfase entre la demanda y la oferta, añaden las mismas fuentes, amenaza la viabilidad de la actividad comercial e, indirectamente, los puestos de trabajo de las empresas dedicadas a la compra, exportación y transformación de los productos pesqueros relacionados con el arte del cerco. Por todo lo anterior, los comercializadores reclaman soluciones inmediatas para aumentar la cifra de desembarcos en la rula de Avilés de especies de alto interés comercial como la sardina. Y para eso no dudan en solicitar a la dirección general de Pesca del Principado la apertura del caladero regional a barcos gallegos, ante la evidencia de que los asturianos no bastan para cubrir las necesidades del entramado comercial. Esta fórmula se ensayó por última vez hace dos años, pero se desistió de la misma por el malestar que generaba en la flota asturiana.

La gerencia de la lonja pesquera de Avilés se hace eco de la preocupación de los comercializadores y aún a riesgo de enfrentarse a los armadores y pescadores asturianos de cerco, contrarios a la idea de compartir con barcos foráneos las aguas litorales de la región, ha tomado partido en el conflicto solicitando al Principado que arbitre medidas para favorecer a los compradores y a las empresas conserveras.

La petición expresa que hacen los responsables de la lonja al director general de Pesca, Marcelino Menéndez Cuervo, es que se den licencias o permisos temporales de pesca en las condiciones que se estimen convenientes (número de barcos, cupos, tiempos de veda, etcétera) a barcos dado de alta en los censos de otras comunidades vecinas que soliciten faenar en aguas interiores de Asturias.

Los comercializadores argumentan en su defensa que es «insostenible» mantener la actual estructura comercial dependiente de las pesquerías del cerco con las actuales cifras de capturas. La sardina, hasta hace dos años la segunda especie de la que se desembarcaban más kilos en Avilés, ilustra la decadencia: los 2,5 o 3 millones de kilos anuales que, de media, se subastaban cada año en la rula se quedaron en 2009 en poco más de un millón de kilos. El bajón también se notó en otras especies como el chicharro; mención aparte merece la anchoa, de la que hace seis años que no llega ni una caja a puerto debido al largo periodo de veda que decretó Bruselas.

La gerencia de la rula vincula la caída de las capturas de esas y otras especies a la progresiva disminución de la flota de cerco, la falta de acuerdos sectoriales que incentiven la pesquería en la región y la ausencia de condiciones para atraer barcos de otras comunidades. Asimismo, se subraya que no existe argumentación técnica o biológica que aconseje mantener un esfuerzo pesquero basado en la sola presencia de cuatro barcos. Muy al contrario, se hace ver que el caladero está en condiciones de soportar un mayor esfuerzo de explotación como el que se solicita a la dirección general de Pesca. Y en todo caso, se propone oír a todos implicados para fijar los baremos que hagan posible establecer planes anuales de explotación satisfactorios para todas las partes.

La media docena de empresas comercializadoras que operan en la rula avilesina y dependen en buena medida de las capturas de la flota de cerco -aparte supermercados y pescaderías- destacan que es «impensable» repetir un año como 2009, cuando se vieron obligadas incluso a abastecerse en otros puertos con el sobrecoste que eso conlleva y la merma de calidad. Sólo las sociedades que se dedican a la compraventa al por mayor y las transformadoras dan trabajo directo en Avilés a 70 personas y facturan al año más de 12 millones de euros. Esos son los números que ponen sobre la mesa para advertir con gravedad de cuánto está en juego.

Los armadores del barco palangrero «Mónica Loreto» quieren pasar página cuanto antes respecto de todo lo relacionado con la detención de la embarcación en aguas comunitarias y su posterior inmovilización en el puerto francés de La Rochelle por una supuesta irregularidad administrativa. El barco, un habitual del puerto pesquero de Avilés, arribó el domingo de noche cargado de merluza, que fue subastada ayer por la mañana. La tripulación, algunos de cuyos miembros aparecen en la imagen al lado del buque, tenía previsto volver a hacerse a la mar ayer de tarde.