E. CAMPO

Elma S. Vega (Avilés, 1963) tiene su vida ligada a la vocación de escritora que comenzó cuando, con sólo 9 años, hacía sus primeros relatos, casi a escondidas y con pluma estilográfica. Las palabras la acompañan desde entonces y su larga resistencia a publicar los libros que escribe acaba de disolverse: a las ocho y cuarto de esta tarde presentará, en el palacio de Valdecarzana, «El enigma del palacio de Bao», una obra de teatro donde historia y fantasía se dan la mano, con la cerámica como hilo conductor. Destinada a un público juvenil, Vega sueña ahora con ver la pieza representada sobre las tablas.

El origen de esta obra teatral está vinculado al trabajo de investigación que realizó el también avilesino Ricardo Fernández en relación a la cerámica de Miranda. Ella fue quien escribió los guiones del cómic que se distribuyó a los escolares con motivo de la exposición «La alfarería negra de Miranda». «Me pareció que la historia pedía una obra de teatro, un género que me fascina», explica.

La acción se desarrolla en el palacio de Bao (Miranda), y la trama se centra en la aventura de un grupo de jóvenes que se «cuelan» en su interior y tienen que resolver un enigma que se les plantea para poder salir. Las pistas se las van dando seres reales a quienes ella convierte en personajes: Carreño Miranda, Jovellanos, José Menéndez («El rey de la Patagonia»), Faustina Álvarez, Ricardo Fernández y el párroco de Miranda, José Manuel Feito, un gran estudioso de la cerámica. «Mi idea original no era publicarlo, sino buscar un grupo que lo representara, pero estuve muy enferma y no pude; luego la editora Esther Prieto, de Trabe, me empujó a publicarlo», explica. La enfermedad, que acompaña a Vega desde hace casi tantos años como la escritura, no pudo con su tesón.

«Llevo conmigo un cuaderno desde que soy pequeña; escribo porque lo necesito, pero hasta ahora metía mis libros en un cajón», confiesa Vega. No obstante, no es la primera vez que sus textos quedan expuestos al público, ya que publicó varios artículos en periódicos del oriente de Asturias y realizó una colaboración con un profesor de la Universidad de Málaga, Manuel Alberca, para un estudio sobre los diarios íntimos, plasmado en «La escritura invisible».

También ganó el II Concurso de microrrelatos en asturiano de la asociación de vecinos «El Hórreo» del Carbayedo, con el cuento «La última voluntá», que firmó con el seudónimo Flora del Valle. «Ése era el nombre de mi bisabuela, y es con el que quiero firmar mis obras en asturiano», explica. Su familia materna es de Arriondas, una tierra a la que la avilesina se siente muy vinculada, y donde empezó a escribir en sus vacaciones estivales. Por eso fue en esa localidad donde quiso hacer la primera presentación de «El enigma del palacio de Bao», con gran éxito. Asegura que tiene a su familia enganchada a la historia de intriga salpicada de toques de humor que tampoco olvida la vertiente didáctica. Las ilustraciones del libro corresponden a Gaspar Meana, mientras que el diseño de portada es de Ricardo Fernández.

¿Se sentirá a partir de ahora Elma S. Vega más proclive a publicar lo que escribe, y el material que se acumula en sus cajones? «Probablemente sí; pero no quiero compromisos y plazos, sino seguir escribiendo por necesidad, como hasta ahora». «El enigma del palacio de Bao» promete ser sólo el principio.