F. L. J.

Los jueves, tal como ayer, son días de protestas en Avilés. Una vez más, El Parche fue escenario matutino de la coincidencia de sendas concentraciones de colectivos que expusieron, pancartas en ristre, su disconformidad con la labor del equipo local de gobierno. Por una parte, los miembros de la plataforma pro albergue de animales, que llevan año y medio recogiendo firmas y desplegando todos los jueves carteles y fotos con los que tratan de denunciar el mal trato que se da a los perros abandonados en Avilés por la falta de una instalación para recogerlos y cuidarlos en condiciones. A pocos metros, ni juntos ni revueltos, una veintena de sindicalistas municipales, éstos quejosos por el supuesto incumplimiento de cláusulas sociales del convenio colectivo.

Ni a unos y ni a otros les atendió alguien con mando en plaza, pero como ese hecho forma parte del guión habitual de quienes usan El Parche como «protestódromo», pues tampoco es que llegase la sangre al río. La curiosidad de los peatones se extinguía al saber los motivos de las concentraciones: «¡Ah, son funcionarios! ¿Y ésos de qué se quejan?», comentaba una señora entrada en años. «Antes que una perrera ya podían hacer un albergue para los que no tenemos dónde caernos muertos», decía un indigente que, no obstante, no negó su firma a los amigos de los canes.

Lo dicho: quéjese usted, pero los jueves.