Saúl FERNÁNDEZ

Richard Wagner se estrena mañana en Avilés (20.15 horas). El teatro Palacio Valdés programa por primera vez en la historia del concejo un espectáculo basado en la música del más reconocido compositor romántico. La Ópera Checa de Praga llega con «El holandés errante», el barco fantasma perdido en los siete mares e incapaz de llegar a puerto, el navío de los condenados. Wagner presentó esta pieza en Dresde, en 1843. No llegó a España hasta 1885, al Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Han tenido que pasar sólo 167 años para que los avilesinos puedan disfrutar de las notas marinas escritas por Richard Wagner, el renovador de la ópera del siglo XIX, uno de los autores más universales de la historia de la música.

Las creaciones del alemán, al decir de los críticos, son grandiosas y con esto de grandiosa no se refieren al genio que las produjo. La grandiosidad viene de las exigencias del compositor: ciento y pico músicos en el foso, coros y solistas sobre las tablas. Avilés no contó con un teatro teatro hasta principios de la década de los años veinte y entonces las óperas que se representaban, recuerda el cronista de la villa, Justo Ureña, eran las de Verdi o Puccini. «Wagner era muy exigente y nunca se pudo ver en Avilés». El teatro Palacio Valdés, de hecho, no estaba preparado y desde la reinauguración ha vivido dos reformas que finalmente han hecho posible que «El holandés errante» pueda navegar sobre las tablas locales.

La historia recuerda que Wagner, aparte de compositor y director de orquesta, colaboró en el diseño del teatro de Bayreuth, en Alemania. Entre las novedades que introdujo fue la de colocar a la orquesta debajo del escenario. ¿Por qué? Porque la potencia de los músicos se comía a los cantantes. Siguiendo estos pasos, el Palacio Valdés rediseñó y amplió el foso de los músicos con la intención de que la música del romántico por fin llegue a Avilés. A la Ópera Checa de Praga, con Norbert Baxa en la dirección, le cabe el honor mañana de abrir camino.