El amor fiel redime a los condenados cuando los condenados penan por no tener corazón. Le pasó al Holandés Errante de la leyenda marinera nórdica: un sádico capitán sin alma no se arredra por la tormenta que se cierne sobre su nave, cuando pretende doblar el cabo de Buena Esperanza. El sentido común, que marca su tripulación, dicta que lo que se debe hacer es buscar un puerto de refugio para poder salvar la noche, la tormenta y todos los peligros... Pero el capitán holandés, enaltecido -un mal ejecutivo- lanza una apuesta a los cielos: doblará el cabo aunque tenga que estar toda la eternidad surcando los mares.

Y así Satán le hace acreedor de su deseo. El capitán yerra por todos los mares en un navío con velas de sangre, sin salvación... cualquiera que le contemple en el horizonte encuentra la muerte... El holandés tiene una esperanza de salvar los designios del mar: el amor fiel y eterno. Para hallarlo tiene unos días perdidos en los puertos. La mujer que se compromete, le salva. Pero el capitán no encuentra el compromiso, quizá porque el empeño de la búsqueda provoca el pesar más inseguro.

Todo esto es lo que cuenta la leyenda desde hace medio milenio; inspiración de cuentos de marineros crédulos, de noches de tabernas aburridas y, desde mediados del siglo XIX, la fuente principal de «El holandés errante», una de las primeras óperas de Richard Wagner, el compositor que en la centuria decimonónica le dio una vuelta al género de la ópera, que venía de los años barrocos y se había anclado en esquemas gélidos que el alemán se saltó para constituir nuevos arquetipos que ordenan la música lírica desde entonces.

Nunca en la historia del concejo había sonado una partitura de Wagner en Avilés. Y no había sonado porque era imposible. El compositor restauró el género de la ópera con imposiciones que no pueden alcanzar muchos pequeños teatros locales. El Palacio Valdés, que acogió antes de anoche «El holandés errante» de la Ópera Checa de Praga, no contaba con un foso para acoger un espectáculo total tal y como lo había concebido Wagner en su momento. Desde la reapertura del odeón local ha vivido dos restauraciones que finalmente han hecho posible que Avilés pueda entrar en el circuito de las giras wagnerianas.

La producción que se presentó el viernes por la noche es una reducción a escala de la obra creada por el compositor alemán y que presentó en 1843 en Dresde, en su primera época dorada, mucho antes de «El anillo del Nibelungo» y de todos aquellos títulos de doble salto mortal. Una reducción a escala porque fueron 46 los profesores que interpretaron la partitura a las órdenes de Norbert Baxa, una reducción a escala porque la escenografía estaba formada sólo por telones de color blanco que eran pantallas en las que se proyectaban las tormentas sufridas por el Holandés Errante... nubes y olas encrespadas que ilustraban el pesar de Senta, la hija enamorada de la leyenda que recorre los mares en busca del amor redentor, el final de los pecados, la felicidad compartida.

Todo en el espectáculo que se vio sobre las tablas del teatro avilesino fue una reducción, pero una excelente reducción. Los cantantes -sobremanera el holandés y, por supuesto, Senta- recogieron los aplausos admirados de los privilegiados espectadores que vieron por primera vez sobre las tablas avilesinas un montaje wagneriano de primera envergadura, de la envergadura asumible en un teatro como el de Avilés.

Wagner, aparte de compositor, se hizo arquitecto. Arquitecto, al menos, de su propio teatro: el de Bayreuth. Colocó a los músicos bajo el escenario para que las notas no colisionaran con las voces de los cantantes. Quería un espectáculo total, un montaje en el que cupiese melodía, interpretación, pintura, poesía... Y «El holandés errante» es una de las primeras muestras de esta forma de entender el arte. Las casi tres horas que duró la función fueron tres horas de delicia. La reducción a escala del montaje no redujo la escala de la entrega de los espectadores. Es lo que tienen las esencias, que esencialmente recogen la voluntad de vivir sobre la escena una historia de amor, una historia de búsqueda, una historia contra la traición...