E. CAMPO

La Escuela de Cerámica ya tiene las maletas hechas. Durante toda esta semana profesores y alumnos se afanaron en empaquetar herramientas y objetos cerámicos para trasladar todos los utensilios a la nueva sede del centro, en la Factoría Cultural de El Carbayedo. La obra ya está totalmente terminada, tanto es así que, según indicó ayer el concejal de Cultura, Román Antonio Álvarez, la próxima semana ya comenzarán allí las clases. La cerámica se despide de la plaza de Camposagrado. En el nuevo edificio también han encontrado espacio los alumnos de algunas especialidades de Aulas Populares, que fueron los primeros en trasladarse al Carbayedo al tener que desalojar la antigua Pescadería.

Anabel Barrio, directora de la Escuela de Cerámica, destaca que las nuevas instalaciones se adaptan muy bien a las necesidades de la docencia. Será un nuevo comienzo para el centro, tras 27 años en un edificio que se quedaba pequeño y no cumplía bien con los requisitos para las clases de cerámica.

Uno de los aspectos más destacados de la sede del Carbayedo es la iluminación, que llega desde la cara norte por grandes ventanales. También cuenta con almacenes organizados para cada clase, vestuarios, taquillas y salas de hornos. En un primer momento se aprovechará el horno ya existente, pero también hay espacio suficiente para poner en funcionamiento hornos de gas.

Los cursos específicos y proyectos que desarrolle la Escuela de Cerámica podrán realizarse en la planta sótano, que da a un «patio inglés» por el que entra un chorro de luz. Esta estancia permitirá dejar las piezas de un día para otro sin interferir en el desarrollo de las clases. En la planta baja están las oficinas, la sala de estudios y la sala de audiovisuales: se trata de una planta «limpia» donde también habrá un espacio para ordenadores. Y en la siguiente es donde estarán las aulas para las clases habituales de la Escuela de Cerámica. Habrá un aula de decoración, otra de torno (donde también se podrá trabajar con escayola) y otra de técnicas de mesa. Cada una contará con un almacén independiente para guardar todos los productos necesarios. Otros espacios específicos se destinarán a la pistola de esmaltado y a la «galletera» de reciclado, que es donde se coloca el barro sobrante para volver a emplearlo en una nueva pieza. Los responsables del centro aseguran que el cambio permitirá ofrecer al público más cursos y talleres, y también más plazas. También abre la puerta a una mayor imbricación con el panorama de las artes plásticas, línea de trabajo iniciada hace años.