Villa (Corvera),

Félix VALLINA

Los ojos rasgados y el pelo lacio comienzan a ser habituales en la región. Desde hace unos años, es bastante común encontrarse con nuevos asturianos -más niñas que niños- que han llegado desde China cargados de vida y sobrados de amor para compartir con sus nuevas familias adoptivas. Catorce de ellos y sus padres asturianos se reunieron ayer en un restaurante corverano con la excusa de festejar un tardío año nuevo chino -las celebraciones de este año, el del tigre, se desarrollaron entre el 14 y el 28 de febrero- pero con la verdadera intención de compartir una jornada de amistad y confraternización.

Las familias que ayer visitaron la comarca pertenecen a la delegación asturiana de la Asociación Nacional en Defensa del Niño (Andeni), un colectivo con sede en Gijón que tiene como finalidad «apoyar a los padres de los niños que ya han venido y también a aquellos que están en proceso de adopción», según explicó el presidente de la asociación, Fernando Menéndez, que tiene dos niñas adoptadas.

Los pequeños disfrutaron de lo lindo. El tiempo no acompañó, pero catorce niños juntos necesitan poco para divertirse. «Lo cierto es que son todos encantadores y muy cariñosos con nosotros», señaló Susana Montera, de Tineo, madre de una niña de 7 años.

Los niños chinos suelen llegar a Asturias con una edad comprendida entre los seis meses y los dos años. La mayoría son de sexo femenino y salen de su país para vivir con la dignidad que en muchas ocasiones se les niega en China, aunque «poco a poco van mejorando las cosas y se va potenciando a la mujer, pero todavía faltan muchas cosas por hacer. Ahora ha bajado el número de adopciones porque se están realizando cambios políticos y culturales», matizó Fernando Menéndez.

Sara, Isabel, Lucía, Carmen... Todas han cambiado su nombre chino, «aunque muchos padres han optado por dejarselo como segundo nombre, porque cada uno hace lo que quiere y algunos quieren que mantengan su identidad», explicó el avilesino Pedro Martín, padre de una niña de ocho años. Aseguran que, como es lógico, «en el colegio no tienen ningún problema porque los compañeros cada vez están más acostumbrados a ver a otros niños con diferentes rasgos o diferente color», explicó Pilar Castiello.

Los miembros de la asociación Adeni suelen reunirse una o dos veces al año para celebrar comidas de este tipo. «Además tenemos un encuentro mensual en el que las familias pueden plantear sus problemas o sus necesidades», señaló el presidente del colectivo.

Las familias que ayer se dieron cita en Corvera no tienen palabras para describir lo que les ha cambiado la vida desde la llegada de sus pequeños. Los niños, son niños, pero algún día también se darán cuenta de que gracias a la solidaridad asturiana pueden ser independientes, modernos, luchadores y, en definitiva, personas libres que elegirán su camino apoyadas en el pilar de la familia.