Félix VALLINA

Los asistentes al concierto que ofreció ayer Juan María Pedrero en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery no echaron para nada de menos el órgano que lleva cuatro años fuera del templo. Al músico zamorano le sobró con el de arca -alquilado para la ocasión- para ofrecer un programa adaptado al instrumento, de un solo teclado y sin pedales, que sumó un éxito más en el casillero de los organizadores de la Semana de música religiosa de Avilés.

El experimentado organista, de sólo 35 años, comenzó con un homenaje a Antonio de Cabezón, uno de los músicos de teclado más importantes del Renacimiento, aprovechando el cumplimiento del 500.º aniversario de su nacimiento. El resto del repertorio, englobado en el Barroco, se compuso de piezas de Girolamo Frescobaldi, Juan Cabanilles, Luis Marchand, Georg Muffat y Johann Sebastian Bach. «Ha sido un gusto poder tocar en la Semana de música religiosa de Avilés; es una de las citas de más prestigio y tiene mucho renombre», señaló Juan María Pedrero.

Era la primera vez que el organista tocaba en Avilés, pero las condiciones de la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery lo dejaron encantado. «Es una iglesia amplia y tiene una buena acústica, con algo de reverberación, que le da al sonido del órgano mucha más solemnidad», explicó Pedrero.

El organista reconoció que el órgano que está a punto de llegar a la iglesia de Sabugo -de ocho toneladas- va a permitir ampliar el campo para próximas ediciones de la Semana de música religiosa, pero recordó que las piezas que sonaron en Avilés están pensadas para órganos como el utilizado ayer. «La calidad no está ligada al tamaño, cada obra está pensada para un tipo de instrumento y las de hoy (por ayer) sonaron de maravilla», señaló.

Los amantes de la música tienen otra cita mañana en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery. El Coro «De profundis», dirigido por Cristina García Banegas, traerá a Avilés la «Pasión y muerte de Nuestro Señor, Jesucristo». El programa del día se completará con piezas recuperadas de archivos coloniales de Bolivia, como el de Chiquitos. Las partituras son anónimas e interpretan los últimos días de Jesús antes de su condena.