Saúl FERNÁNDEZ

El director de cine Manuel Gómez Pereira (Madrid, 1953) entra en la cafetería de un céntrico hotel con el teléfono móvil en la oreja y con la cara de asombro: busca al periodista con el que se ha citado. Ha regresado esta semana a la villa para presentar a sus protagonistas, los médicos psiquiatras del Hospital San Agustín, el documental «Desconectados», su última película, un filme sobre el «Modelo Avilés» de atención a los enfermos de salud mental.

-El de este jueves fue un pase privado restringido, sólo para que lo viera el equipo de médicos que participó en la película. Estuvieron algunos los psiquiatras del San Agustín y alguna gente más, pero el estreno estreno no será hasta el otoño. Creo.

-¿En el teatro Palacio Valdés?

-Sí, me parece que sí.

-Lo apunto en la agenda, pero vamos al grano: ¿Le interesan los documentales?

-Es un género más y es cine, así que claro que me interesa. Hace mucho tiempo, en 1989, me parece, hice una serie de ellos de media hora para Canal Sur sobre andaluces que habían desarrollado su carrera fuera de Andalucía.

-Pero, desde entonces, sólo ha filmado este «Desconectados».

-Los documentales son como aventuras: no puedes ponerte a rodar con un guión cerrado, hablas con personajes reales, la estructura que tienes pensada en un principio cambia según vas rodando. Por todo eso, es muy interesante, y por eso no he frecuentado mucho el género. Tenga en cuenta que mis películas, aunque no han ido seguidas, sí que se han producido con cierta regularidad... La propia naturaleza del documental te exige un trabajo, una inversión de tiempo, distinto al de los filmes de ficción. Y esa inversión de tiempo es la que he podido hacer ahora.

-¿Qué tiene el «Modelo Avilés» de atención a los enfermos de salud mental para que eligiera regresar al género?

-El sistema de trabajo de los médicos, como el de una ONG, muy vocacional. Se trata de un proyecto tan interesante que me pareció normal colaborar en su difusión.

-¿Cómo supo del modelo?

-Por Ana Amigo, mi productora en «El juego del ahorcado», la última película que estrené. Ella lo conoció, a su vez, por Juan José Martínez Jambrina, el coordinador del servicio de Salud Mental de Avilés. Era él quien quería de verdad hacer el documental.

-¿Cómo ha sido su método de trabajo?

-Una película es un año y medio de trabajo, entre que te pones a escribir el guión, ruedas y te metes en la sala de montaje... todo este proceso es similar en un documental, aunque con los tiempos más cortos. En septiembre empecé a venir por Avilés: quería conocer el modo de trabajar de los médicos psiquiatras, a los enfermos... Eso me permitió desarrollar el primer tratamiento de guión y empezar a grabar con una pequeña cámara para tener material para el montaje final.

-El rodaje, sin embargo, comenzó en diciembre.

-Sí. Durante tres semanas anduvimos por Avilés. A la semana de concluir nos pusimos a montar y estuvimos siete u ocho más trabajando. El montaje siempre es lo más laborioso: hay que desmenuzar el material recolectado, elegir.

-Tendrían muchas horas grabadas.

-Como veinticinco. El documental, al final, se quedó en una.

-¿Qué ha aprendido?

-Que hay una serie de médicos que trabajan para dar tranquilidad y una vida saludable a los enfermos mentales. Pero no sólo a ellos, también a sus familiares y a sus amigos. La enfermedad mental es tan devastadora que no sólo la sufren los enfermos, también sus alrededores. Los médicos del «Módelo Avilés» se esfuerzan hasta el infinito para dotar de una calidad de vida a los enfermos mentales. Se trata de una inserción en la sociedad, de seguir los pasos de los pacientes, en la calle, en el trabajo. Además me llamaron mucho la atención las sesiones: en un bar, en plena calle. No se trata de médicos de bata blanca que expenden pastillas. Uno de los que participaron lo resume muy bien en la película: «Si no vienes, vamos nosotros». Ha sido una experiencia fantástica.

-Una historia de enfermos mentales que poco tiene que ver con «Alguien voló sobre el nido del cuco».

-(Risas) Por supuesto que no. En un principio el público óptimo del documental iban a ser los propios médicos, pero creo que es bueno que lo conozca todo el mundo. Se va a emitir en la TPA y, probablemente, en TVE. En el documental hay dos partes tremendamente importantes: la científica y la humana. He intentado que el público general pueda ver el trabajo de estos médicos con cierto interés.

-¿Tanto como para competir en el Festival de Málaga?

-Nunca me planteé la carrera del filme más allá de las primeras intenciones, que ya le he explicado. Ir a Málaga me parece fantástico, cuanto más se divulgue, mejor.

-¿Qué me dice de la música de Víctor Manuel?

-Tenemos amistad desde hace muchos años, que profundizamos en su época de productor de cine. Me pareció muy interesante que él participase en el proyecto, es de aquí, de Asturias. Le hablé de la historia, le di el primer guión y a él se le ocurrió comenzar con una versión de «Carretera de Avilés».

-Ya ha terminado «Desconectados», ¿qué le espera ahora?

-Pues no lo sé. Estamos en un momento complicado: ahora no tienes la certeza de que aquello que escribas será algún día una película. Hay proyectos, pero se tienen que aparcar, generalmente, por cuestiones de dinero. Estoy tanteando un par de historias, pero no tengo ninguna clara.

-Parece que ser director de cine sea tan inseguro como ser entrenador de fútbol.

-Es cierto. Siempre estás en la cuerda floja. Hasta que no llega el momento de decir «motor» no sabes que la película ha empezado.

-¿Considera que pertenece al tan denostado gremio de los «titiriteros»?

-Los que nos dedicamos a este negocio tuvimos unos años noventa fantásticos: se nos respetaba. De un tiempo a esta parte, sobre todo, desde algunas tribunas que sesgan la información, somos el objeto de la ira de unos cuantos. Quieren hacer creer que nos hemos enriquecido con las subvenciones públicas y se olvidan de que no sólo se subvenciona el cine.

-Los artistas se marcan políticamente.

-Alguno ha llegado a decir que los actores no deberían hablar de política. Eso es absurdo.

-¿La comedia es un género serio?

-Por supuesto que es un género serio, lo que pasa es que luego te invitan menos a los festivales sesudos de cine.