Félix VALLINA

Rodrigo Suárez García, de 87 años, y Alfonso López Menéndez, de 34, representan la tradición y el futuro de la Iglesia avilesina. Son respectivamente el cura más longevo y el más joven de la comarca y, como es lógico, tienen distintos puntos de vista a la hora de analizar aspectos sobre la situación actual de la Iglesia y su papel en la sociedad. A pesar de que les separa más de medio siglo, se nota que son amigos y durante el encuentro que mantuvieron con LA NUEVA ESPAÑA no cesaron de gastarse bromas sobre la belleza y la singularidad de las iglesias en las que ofician -Rodrigo en Santo Tomas de Cantorbery y Alfonso en San Nicolás de Bari-, como dos compañeros de trabajo lanzándose puyas cariñosas sobre si es mejor el Oviedo o el Sporting. Esta vez Rodrigo, que lleva 23 años en Avilés, jugaba en casa.

Para abrir boca comenzaron hablando sobre la escasez de vocaciones. Alfonso López, vicario de San Nicolás y avilesino de pura cepa, fue crítico y se miró al ombligo. «Necesitamos vocaciones, pero también tenemos que cambiar nosotros, la estructura, que a veces no responde a la situación social que vivimos. Tenemos una curia enorme y no hace falta que sea tan grande», señaló. El cura más joven de Avilés añadió que «la tónica es que a los sacerdotes jóvenes los lleven a los pueblos y allí te encuentras solo, te aburres y muchos lo dejan, muchos se han secularizado». Rodrigo Suárez confía «en que aumenten las llamadas de Dios a los jóvenes».

Rodrigo Suárez es de los que les ha tocado celebrar la misa en latín, pero no le cuesta reconocer que las cosas han cambiado para mejor. «La gente no entendía la misa, repetía las cosas de memoria. Es mucho mejor ahora, eso ya ha desaparecido, gracias a Dios». Alfonso López, por su parte, asegura que «nuestro mensaje es el mismo ahora que antes, pero a veces no sabemos transmitirlo». «La gente se aburre en misa, no le engancha, fallamos en la comunicación», afirmó. Para él es necesario «cambiar el método». «A veces seguimos con formas de hacer 50 años. Por ejemplo hay que renovar el clero de las ciudades, que hay algunos que llevan muchos años», comentó.

El celibato y el matrimonio también sirvieron para hacer debate. «No lo echo de menos, cuando uno vive el sacerdocio plenamente no lo necesita. El cura está en contacto con los problemas de las familias y a veces de verdad doy gracias a Dios por no estar casado», explicó Rodrigo Suárez. López no lo tenía tan claro: «Bueno, depende del día y de la situación. En un pueblo llegas cansado del día, de hablar con la gente, de ayudar y estás completamente solo, tienes que hacértelo tu todo y la casa está fría. A veces la soledad pesa, pero es algo que hemos aceptado y hay que cumplir», explicó. El cura de San Nicolás sostiene que la prohibición de casarse «podría cambiar, porque no es una ley divina», pero Suárez está convencido de que «eso no va a cambiar, así el sacerdote tiene más tiempo para atender a los ciudadanos». No obstante, a ninguno le importaría.

Para Rodrigo Suárez el sexo «no es malo, es algo que está en la naturaleza de los humanos, lo que sí es malo es que te domine». Alfonso López asegura que «todo el mundo se acuerda alguna vez, eso es lógico, somos humanos y lo raro sería lo contrario». «Pero hemos renunciado a ello porque es más fuerte el amor por nuestra causa», matizó. Y añadió: «El sexo es bueno cuando sabes que no es un fin para pasarlo como los indios, aquí te pillo aquí te mato porque me apetece, sino una forma de entregarte a otra persona, hay que usarlo con cabeza».

Ambos reconocen que es normal enamorarse, «pero no podemos demostrárselo a ellas», dice Alfonso entre risas. «Repito que es más fuerte el amor por Jesús», aclaró tras la broma. Rodrigo Suárez ni siquiera quiso entrar a valorar los últimos escándalos generados tras salir a la luz la implicación de sacerdotes irlandeses en casos de pederastia, pero Alfonso López sí lo hizo, y fue tajante: «A veces la culpa también es de la institución. En vez de publicar libros y dar conferencias, algunos obispos tenían que estar un poco más atentos del clero que tienen, porque cuando pasa esto la culpa es de los curas, pero a lo mejor el que está por encima lo sabía, y no hizo nada por quitarlo de en medio. Tolerancia cero», recalcó.

En cuanto a los métodos anticonceptivos Rodrigo Suárez fue menos permisivo. «Ya se sabe, están prohibidos por la Iglesia». Alfonso López, sin embargo, piensa que «son un mal menor si al menos sirven para evitar un aborto o algunas enfermedades mortales».