S. FERNÁNDEZ

El «bookcrossing» es un movimiento cultural de carácter internacional que busca alargar la vida de los libros a través de la suma de lectores anónimos de todo el mundo. «Leemos un libro, lo liberamos después en algún lugar público, registramos el sitio en que se puede hallar y esperamos a que desarrolle su nueva vida», explicó ayer Pablo Rumoroso, uno de los «bookcrosser» que se dieron cita ayer en el entorno del teatro Palacio Valdés. «En diciembre hicimos una liberación masiva y algunos libros aparecieron en sitios tan distintos como Irlanda o Galicia», añadió.

La cita de ayer se convocó a través de Internet, por la red social Facebook. Los miembros avilesinos del club internacional se despidieron de títulos tan heterogéneos como una recopilación de las mejores frases del programa «Sé los que hicisteis...» (La Sexta), a una edición de quiosco de «La tapadera», de John Grisham o «Lo mejor que le puede pasar a un cruasán», de Pablo Tusset, una de las novelas españolas más reconocidas de los últimos años. «Los libros liberados van acompañados por un folleto en que se explica qué es el "bookcrossing". Invitamos al nuevo lector a entrar en la página web, a anotar que lo ha encontrado y, cuando ha terminado de leerlo, comentarlo antes de volver a "liberarlo"», apuntó Pablo Rumoroso. Los libros emprenden sus nuevas aventuras metidos en fundas de plástico para atenuar las inclemencias climáticas. ¿Los nuevos lectores responden? «Responden, sabemos por dónde andan los libros. Otras veces no, pero quiero creer que se trata de lectores lentos», bromeó Rumoroso. Avilés cuenta con una zona oficial para liberar libros: el café Lord Byron.