La Arena, Ignacio PULIDO

Impotente. Así es como se siente Carmen Morán, propietaria de la taberna El Peñón de San Juan de la Arena, tras sufrir tres robos en menos de un año, el último durante la madrugada del pasado sábado. En plena noche, los cacos entraron en su bar y se llevaron 470 euros tras registrar el local. La Guardia Civil investiga la autoría de los hechos. El modus operandi empleado hace pensar que detrás de los tres hurtos se encuentra el mismo autor.

«Nunca piensas que te va a volver a pasar algo así», señala Carmen Morán, quien ya se había recuperado del susto que le supuso el segundo robo, el 24 de junio del año pasado. Durante la madrugada del sábado, Carmen abandonó su local como cualquier otra noche de viernes. En torno a las cuatro y veinte de la madrugada echó el cierre de El Peñón y se dirigió hacia su domicilio. «Cuando marchaba tenía la sensación de que alguien me estaba mirando. Fue algo instintivo, nunca me había sucedido», subraya Morán.

El robo tuvo lugar entre las cuatro y veinte de la madrugada y las once de la mañana del sábado. El ladrón accedió al bar saltando un muro desde la calle. Una vez en el interior, se encaramó al tejado de un edificio colindante y rompió una pequeña ventana desde la que accedió a la cocina de la taberna. El caco incluso se tomó su tiempo para colocar los cristales rotos sobre un trozo de uralita. Ya en la barra, registró varios cajones y sustrajo 470 euros de la caja.

En la mañana del sábado, un camarero del bar se percató de lo sucedido al llegar a su puesto de trabajo. Acto seguido, Morán avisó a la Guardia Civil, que se personó en el lugar de los hechos. Igualmente, la Policía judicial acudió para recoger unas huellas, gracias a las cuales los agentes comprobaron que el ladrón había empleado guantes para preservar su identidad.

«Fue directo a los mismos cajones en los que había hurgado la otra vez», enfatiza Carmen Morán, quien sostiene que los tres robos son obra de la misma persona. Y es que, en los tres casos, los cacos accedieron al local del mismo modo, con la única excepción de que en esta ocasión emplearon una ventana de la cocina en lugar de la puerta, reforzada desde el pasado verano con unas barras.

En vista de la situación, Morán prevé instalar cámaras de seguridad y un sistema de alarma. «Es lamentable estar trabajando y que te vengan a robar con lo que cuesta ganarlo», lamenta la hostelera.