Un segundo puede ser clave para salvar una vida, pero también puede ser nefasto para destrozarla para siempre. En estas páginas hay dos ejemplos. El optimista está en la pericia de dos agentes de la Policía Local de Avilés que lograron evitar que una mujer que se atragantó con un trozo de carnne muriese junto a la mesa en la que cenaba tranquilamente. La maniobra Heimlich debería ser de obligada enseñanza, ya que es sencilla y efectivasi se combina con golpes en la espalda. El caso dramático es el de Marisé del Río, la avilesina que sufrió una brutal agresión con una maza. Marisé ha salido de la uvi, pero su vida quedará para siempre marcada por un suceso que ha trastocado su exitencia. La mujer que se atragantó mientras cenaba permanece en cambio en la uvi, debatiéndose entre la vida y la muerte como consecuencia de la falta de oxígeno. Son la cara y la cruz, dos lados de la misma moneda; dos lados que permanecen aún en la frontera. Todo por un segundo.