Amaya P. GIÓN

¿Era José Naveiras, Pepe el Ferreiro, un trabajador más del Museo Etnográfico de Grandas de Salime o un cargo de confianza del Principado? Ésta es la pregunta sobre la que giró ayer la vista por el cese del Ferreiro al frente del Etnográfico. Mientras sus representantes legales consideran nulo o improcedente el cese, el abogado que defiende a la parte demandada, la Consejería de Cultura y el Consorcio para la Gestión del Museo, insiste en que el Ferreiro era «director» del centro y, por tanto, «personal directivo del Principado». Será el juez titular del Juzgado de lo social número 2 de Avilés quien decida sobre la posible improcedencia del cese del Ferreiro, creador del museo en 1984.

La vista comenzó con más de una hora de retraso. Durante la espera, Naveiras no dudó en atender a las preguntas de los periodistas allí apostados, flanqueado por los abogados Pelayo Mijares y Jesús Martínez Barrial. A escasos metros, su sucesor, Francisco Cuesta, hacía caso omiso de las preguntas, enfrascado en la lectura de la novela histórica «Africanus». «Lo que tengo que decir se puede ver en Grandas de Salime. Después de treinta y cinco años peleando, dudo que haya motivos para el cese, pero un ferreiro no interpreta leyes. Acataré lo que diga el juez», dijo Naveiras antes de la celebración de la vista.

En el juicio intervinieron abogados y testigos, entre ellos Francisco Cuesta. El letrado que representa a la parte demandada, José Rodríguez Vijande, concluyó que el Ferreiro era «director de un ente de derecho público dependiente del Principado y, como tal, personal directivo del Principado. Por lo tanto, estaba sometido al régimen laboral especial de alta dirección». Por lo tanto, añadió, «se puede desistir unilateralmente esa relación laboral, que obedece a una pérdida de confianza por una serie de irregularidades».

En lo que no ahondó la parte demandada es en esas irregularidades que han llevado a la Consejería de Cultura a perder la confianza en el Ferreiro a dos años de su jubilación y al frente del museo que él mismo creó desde 1984. Rodríguez Vijande también hizo referencia a las supuestas «motivaciones políticas» que alegó el Ferreiro (militante de IU) ante su cese. «¿Qué hechos, qué datos existen de esa campaña de acoso y derribo? Su gestión del museo no se ajustaba a derecho», planteó el letrado.

El representante legal de Naveiras, Jesús Martínez Barrial, ofreció una versión totalmente diferente. Insistió en que Pepe el Ferreiro nunca fue un «alto directivo» sino que su relación laboral era «común». En la vista trascendió que la contabilidad del Museo de Grandas corre a cargo de una gestoría y que no formaba parte de las funciones de su cliente, por ejemplo, «contratar o despedir empleados, como cualquier directivo». Apoyaron esta tesis dos de los testigos, miembros del consorcio para la gestión del museo. Ambos sostuvieron que José Naveiras no contaba con ningún tipo de personal administrativo y que él mismo es el principal encargado del mantenimiento y restauración de las piezas del Etnográfico de Grandas. Ambos testigos señalaron, además, que se les comunicó el cese del Ferreiro «a hechos consumados», para su sorpresa.

Mijalde hizo referencia a un informe de la Sindicatura de Cuentas de 2006 sobre los altos directivos con cargo a la Administración. «De los 71 que contestaron a la encuesta, en la que no participó el consorcio, 43 no reunían los requisitos para ser considerados altos directivos. Éste tampoco», argumentó el letrado, que subrayó que los motivos que se alegan en el cese son «inconsistentes».

Una vez fuera de la sala de vistas, José Naveiras, anárquico confeso, dudó de su regreso al Etnográfico de Grandas en caso de que el juez fallase su readmisión. «Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. La verdad, ni me lo planteo. El que estorba no debe estar en ningún lado», declaró, tras asegurar que se le avisó del cese quince horas antes de hacerse público, y por una llamada de teléfono de uno de los integrantes del consorcio. Y concluyó: «En el ochenta y tres nadie me preguntó por títulos ni por nada. Estoy satisfecho de lo que hice. En Grandas de Salime está el mejor Museo Etnográfico de Asturias y eso no me lo quita nadie».