Félix VALLINA

El cuerpo de la mujer que falleció el viernes a causa de las graves secuelas que le provocó la falta de oxígeno tras atragantarse con un trozo de carne mientras cenaba en una sidrería de El Quirinal fue incinerado ayer en Avilés en la más estricta intimidad, tal y como era deseo de la familia. M. C. T. B., que tenía 46 años, llevaba seis días ingresada en la UVI del hospital San Agustín, pero no pudo recuperarse de las secuelas que le dejó el suceso, que tuvo lugar el sábado de la semana pasada. La mujer murió de un fallo multiorgánico, según explicaron fuentes del centro hospitalario.

Los hechos tuvieron lugar alrededor de las once de la noche, cuando M. C. T. B. y su pareja se encontraban cenando en la sidrería Casa Manjón. Los clientes que estaban presentes en el comedor fueron los primeros en alarmarse y en tratar de ayudar a la mujer. Los responsables del local también actuaron con celeridad llamando a los servicios sanitarios de urgencias y a la Policía Local, que al recibir la llamada montó un dispositivo de emergencia.

El agente policial Jesús Luis López y el subinspector Javier Inclán tardaron menos de un minuto en recorrer los doscientos metros que separan la comisaría de la Policía Local avilesina del restaurante, situado en la calle José Antonio Rodríguez. Los agentes fueron los que lograron hacerle expulsar el trozo de comida que le obstruía las vías respiratorias ejecutando la maniobra de Heimlich. Consiguieron salvarla de la muerte en ese momento, pero las secuelas acabaron por resultar letales.

Los testigos aseguran que la mujer tenía síntomas de ahogamiento, estaba inconsciente y entrando en un proceso cianótico ante la falta de oxígeno en la sangre cuando llegaron los servicios sanitarios. Apenas tenía pulso. M. C. T. B. no pudo recuperarse.