La iniciativa del alcalde de Gozón, el popular Salvador Fernández, para meter en cintura los gastos municipales relacionados con los emolumentos de los cargos públicos, las asignaciones a los partidos y otras subvenciones varias ha resultado ser un torpedo directo a la línea de flotación del punto más débil de la clase política comarcal: la cartera. Ahí les duele. Basta ver cómo rezongan, las excusas, los rodeos y los demás circunloquios que emplean los aludidos para tratar de justificarse y, sobre todo, para escurrir el bulto en un tema tan sensible. Pero vamos a ver: ¿hace falta siquiera explicar, tras año y medio de crisis, la necesidad de que las administraciones públicas -y sobre todo los que viven de ellas- sean los primero en dar ejemplo? Primero, por higiene moral, y segundo, porque la carga que soportan los estamentos públicos, hiperdimensionados desde hace décadas, es insoportable en esta coyuntura. Pequeño se me antoja incluso el plan del alcalde gozoniego. Al tiempo.