Resulta escandaloso que tres años después no se conozca quién fue el responsable del grave vertido de hidrocarburos que sufrió la ría avilesina. La decisión del Tribunal Superior de Justicia será un alivio para Arcelor, sin duda, pero siembra bastantes sombras sobre la eficacia del control ambiental en el estuario avilesino. La presunción de inocencia es un derecho básico, así que no se puede señalar a alguien cuando no hay pruebas claras. Pero lo que sí resulta claro es que no parece que haya que contar con los dedos de muchas manos los posibles culpables de un acto irresponsable como el que tiñó de negro la ría y sus aledaños en 2007. La sospecha que no quiero tener surcando la mente es que las cosas estuviesen más o menos amañadas por detrás con el único fin de calmar el cabreo ciudadano y dejar que pasaran los meses y todo se olvidase. Pero Avilés lleva mucho tiempo con el sambenito de una ría infecta y ahora que empieza a volver la vista a su estuario, el control de vertidos debería ser escrupuloso.