Lo malo del entretiempo es que no sabes a qué atenerte. O te pasas o no llegas. A mí me ocurre que salgo de casa como para pasar un día de playa y luego echo de menos un paraguas. En otras ocasiones, uno dedica el día a mirar el cielo esperando a que diluvie de un momento a otro y se acaba comiendo la chaqueta, el jersey y, si me apuran, hasta los pantalones. La cuestión es que hay momentos en los que todo permanece difuso, y es justamente entonces cuando el riesgo de tomar decisiones equivocadas es más que alto. Zapatero está metido en el entretiempo con esto de la crisis. O no llega, o se pasa. Ahora que ha enfilado el camino de los recortes se ha lanzado a tijeretazos. Hemos de suponer que son necesarios, lo cual nos lleva a pensar que hasta hace cuatro días vivíamos en la inopia. Salvo que lo que ocurra es que nos han metido tanto miedo en Bruselas que ya salimos de casa con paraguas, abrigo y bufanda, por si acaso. Es lo que pasa por ponerse en camiseta cuando no toca.