Francisco L. JIMÉNEZ

Las restricciones a la pesquería de la merluza en aguas del Cantábrico que propuso el pasado miércoles la Dirección General de Pesca a los representantes del sector para adecuar el ritmo de explotación a los cupos asignados por Bruselas sentaron como un jarro de agua fría a los pescadores y a los armadores, muy en especial a los que componen la flota asturiana de pincho, la inmensa mayoría vinculados al puerto de Cudillero y clientes de la lonja de Avilés. Esas medidas pasan por faenar menos días y adelantar cuota del próximo año o por cerrar el caladero durante un tiempo dejando abiertas «ventanas» para que los arrastreros pesquen pequeñas cantidades. Lo que las autoridades pesqueras nacionales dejaron muy claro en todo momento es que el actual ritmo de capturas es insostenible.

«Nos van a matar de fame», exclama quejoso Constantino Álvarez al preguntarle por su opinión sobre el plan de ajuste de captura de la merluza. Las palabras de este pixueto, patrón de «El David», resumen el sentir de una profesión que se declara harta de encontrar obstáculos para el desempeño de la actividad que da de comer a sus familias. «Primero fue la xarda, luego el rape, más tarde la bacalada y ahora la merluza. A mí que me digan qué día quieren que amarre el barco y que me expliquen de qué vamos a vivir», decía ayer visiblemente molesto el patrón del «Travesáu», uno de los pocos barcos arrastreros con base en Avilés que siguen saliendo a la mar.

La decepción y la rabia se mascan en la rula avilesina cuando llegan las cinco de la tarde y comienza la subasta vespertina de pescado. Raro es el día que no hay una mala nueva que comentar. Ayer le tocaba el turno a la merluza, la especie que genera más rendimientos para los pescadores asturianos, el auténtico pilar de la economía pesquera de la región. «Que desde Madrid planteen reducir días de pesca ya es una mala noticia, pero si se les ocurre cerrar la costera, para nosotros será la ruina total porque no tenemos otra cosa que pescar», advierte Constantino Álvarez.

Los recortes en la pesquería de la merluza afectarían a todas las artes sin distinción, pero son los «pincheros» los que más tienen que perder y los que menos entienden por qué están metidos en este problema. «Jamás estuvimos sujetos a cuotas, tan sólo teníamos la obligación de respetar un calendario de días de mar; es decir, nosotros mismos controlábamos nuestro esfuerzo pesquero. Fue el pasado mes de marzo cuando desde el Ministerio nos comunicaron que también estamos sujetos a cupo y que el de este año está prácticamente agotado», explica el patrón del «Nuevo Míchel», Ricardo Marqués.

Los pescadores de pincho (anzuelo) reivindican el carácter artesanal de su arte y el bajo porcentaje de capturas que supone su actividad (la lancha de Ricardo Marqués llegó ayer de tarde al puerto de Avilés con 300 kilos de merluza a bordo) para reivindicar la asignación de una cuota propia. «No puede ser que porque los arrastreros, los volanteros, los gallegos o vete a saber quién hayan gastado el cupo nosotros tengamos que amarrar. No es justo», protesta el patrón.

Para más preocupación, los actuales precios a los que cotiza la merluza en la rula, entre 2 y 3 euros el kilo. «Si a estos precios apenas sacamos para comer, ¿qué pasará si nos obligan a pescar menos?», pregunta Constantino Álvarez. Los comercializadores aseguran que pescando menos subirían los precios, una circunstancia que aceptarían de buen grado con tal de dar un respiro al saturado mercado de la merluza. Pero los pescadores, escaldados de experiencias pasadas, no las tienen todas consigo. Así las cosas y con los pescadores al borde de un ataque de nervios, la cofradía avilesina anuncia una reunión el próximo lunes para analizar el problema.