F. L. J.

Llevaban cinco meses en sus casas disfrutando del aperitivo de lo que creían que ya era su prejubilacion como empleados de Arcelor-Mittal, pero una carta remitida por la empresa les va a hacer cambiar de planes en cuestión de días. En esa misiva les anuncian que tendrán que incorporarse de nuevo al trabajo con fecha 1 de julio. La prejubilación, por tanto, tendrá que esperar por lo menos hasta que cada uno de ellos cumpla los 60 años.

El colectivo protagonista de la situación antes descrita está integrado por unos quince trabajadores de Arcelor, personal nacido en 1950 que la compañía consideró «prescindible» cuando a principios de año aplicó un ERE como consecuencia de la crisis económica. El cambio de status de estos empleados se debe a que el ERE no será prorrogado y no existe figura legal a la que se puedan acoger los afectados hasta cumplir la edad a la que pueden convertirse en prejubilables (60 años). De modo que se ven obligados a volver a la fábrica; lo que ignoran es a qué, pues en algunos casos sus puestos han sido amortizados o están cubiertos por nuevas incorporaciones. Los afectados se muestran resignados, si bien admiten que no les hace ninguna gracia volver a la rutina laboral tras haber saboreado las ventajas de la vida como «pasivos».