El amplio dispositivo policial que se formó en la avenida de Lugo junto al club «Los Arcos» causó sorpresa y llamó la atención a vecinos y curiosos. En menos de una hora se juntaron en la zona varias patrullas de la Policía Nacional y Local, coches Z de la Policía Nacional además de motos policiales. También los servicios de emergencia acudieron al lugar, pero poco pudieron hacer: sólo tranquilizar al padre de Roberto Lazcano, José Luis Lazcano.

Y es que el trabajo de la Policía Nacional en un crimen funciona como una red en la que todo tiene que estar perfectamente coordinado. Su labor empieza nada más reciben la primera llamada en la centralita alertando de un suceso que, como en el caso del pasado miércoles, arroja un saldo de dos muertos, un reguero de balas por la carretera y al presunto autor huido. En primer lugar se trasladan a la zona del suceso los agentes destinados al departamento de Seguridad Ciudadana que, con la ayuda, en este caso, de la Policía Local de Avilés, acordonan la zona y garantizan que las pruebas y testigos «no desaparezcan». El objeto más pequeño escondido en un recoveco, la huella más insignificante o la persona menos esperada pueden resolver un crimen. Nada puede fallar. Tampoco descubrir si el o los presuntos autores están en el lugar. Si lo identifican, inmediatamente se detiene, se le leen sus derechos y se le traslada a Comisaría. Si sucede como el pasado miércoles que el presunto autor no se encontraba en el lugar, la Policía inicia la búsqueda por la ciudad y emite grabaciones a nivel nacional e internacional tanto a la Policía Nacional como la Guardia Civil para su detención.

Los agentes de la Policía Científica y de la Judicial, los especialistas, se trasladan a continuación al lugar para recoger todas las pruebas y datar mediante fotografía y cámaras de vídeo todo aquello que esté relacionado con los hechos. También tienen que identificar a las víctimas. «La máxima es que antes de mover cualquier cosa hay que tener constancia de ello», explicó ayer una portavoz de la Policía Nacional. Los agentes también se afanan en hacer croquis y planos en los que se exponga fielmente donde estaban, en este caso, los cadáveres y cada uno de los objetos y manchas encontrados. «Lo importante es que luego, cuando se analiza todo en los despachos, se tenga una visión amplia y específica de lo que ha sucedido. Eso, luego, puede ser de mucha utilidad a la hora del juicio», comentó la portavoz. Los últimos en llegar suelen ser los forenses y la comisión judicial, encargados de realizar el levantamiento de los cadáveres y ordenar su traslado al tanatorio para su autopsia.

El pasado miércoles, los agentes se repartieron por toda la zona «de influencia». Unos, muchos de paisano, se dedicaban a hablar con cualquier testigo que tuviera algo que decir o que hubiera presenciado el fatídico crimen. Otros, sobre todo de la Policía Local, se afanaron, en los primeros instantes, a regular el tráfico y, finalmente, cerrar al tráfico el tramo afectado.

Mientras tanto, la Científica y la Judicial se encargaban de buscar cualquier pequeña prueba o pista que pueda servir para resolver el caso. Los agentes avilesinos recibieron el apoyo de los compañeros de homicidios de Oviedo. Uno de ellos, armado con un foco de gran potencia, permitía a un agentes fotografiar cada casquillo de bala. «Las pruebas con mayor peso son las materiales, las físicas y las biológicas», resumió la portavoz policial.