Myriam MANCISIDOR

Pintadas en el observatorio de aves, suciedad en las dunas, falta de señalización? El monumento natural de la ensenada de Llodero sufre, pese a su protección, continuas agresiones. La mano del hombre, según el grupo ornitológico Mavea, se empeña en destruir un espacio donde cada día se detienen entre 600 y 2.000 aves limícolas en lo que es el paso migratorio «más atípico de los últimos treinta años por ser el más largo, tardío y numeroso». El portavoz de Mavea, César Álvarez Laó, urgió días atrás a la Administración, coincidiendo con la celebración del «Día mundial de la biodiversidad», medidas «reales, eficaces y de hondo calado» para proteger los espacios naturales.

Pero, ¿qué significa la etiqueta de «monumento natural»? La finalidad de esta declaración es la «conservación y recuperación de los ecosistemas amenazados, prestando especial atención en la conservación de las características naturales que permiten que la zona mantenga una alta capacidad de acogida de aves durante los procesos migratorios, así como a las dunas y marismas del área de San Balandrán y La Llera y a la conservación de la vegetación del entorno de la charca de Zeluán y dentro de las actividades de restauración vegetal eliminando especies autóctonas, particularmente las que tienen carácter invasor».

La declaración de monumento natural incluye, además, actuaciones de divulgación a través de programas de educación ambiental para difundir los valores de este espacio natural y el interés de su conservación. ¿Y a quién compete el cumplimiento de esta normativa? «La administración y gestión de este monumento natural corresponderá a la consejería competente en espacios naturales protegidos», reza el decreto 100/2002 por el que se declaró monumento natural la ensenada de Llodero y la charca de Zeluán .

«A muchos gobiernos se les llena la boca hablando de la cantidad de espacios protegidos, exponiendo números de las hectáreas protegidas, del número de parques nacionales y naturales y cualquier forma de protección. Son muchas las entidades públicas y privadas que aprovechan el tirón de la moda de hablar de biodiversidad para hacer actuaciones de cara a la galería, sin interés real», critican representantes de Mavea. Y añaden: «Después de unos cuarenta años de enorme contaminación, la ría de Avilés va mejorando y la enorme riqueza biológica del estuario vuelve a mostrarse poco a poco, pero nos tememos que nuestro éxito es muy escaso y que aún estamos a años luz de los británicos, o de los países bálticos, en lo que a conocimiento, respeto y conservación del medio ambiente se refiere».

¿El motivo? Los representantes de Mavea sentenciaron: «Nuestro monumento natural carece de señalización que indique claramente lo que se puede y no se puede hacer, la caseta-observatorio da vergüenza ajena por los destrozos que se producen casi todos los fines de semana y la basura es abundante por todas partes».

La falta de información, según los ecologistas, da pie a que las personas que acuden a los alrededores de este espacio protegido límite entre Avilés y Gozón realicen actividades casi todas prohibidas en el monumento natural: «Es frecuente ver a gente buscando xorra (gusanos utilizados de cebo para pescar), familias con las sombrillas clavadas en las dunas sobre zonas con plantas que están a punto de desaparecer, perros sueltos, motos acuáticas? Todas estas son actividades no autorizables».

De ahí que el grupo ornitológico Mavea solicite medidas «reales y eficaces» para proteger un monumento natural de gran valor faunístico.