Aida PELÁEZ

La hostelería avilesina se está haciendo un hueco entre las fábricas y talleres de la avenida Conde de Guadalhorce, junto a la ría de Avilés. El entorno del estuario se ha dedicado tradicionalmente a la industria, pero ahora, con la silueta del Niemeyer de fondo, y con él la apuesta cultural de Avilés, donde antes se encontraban grandes naves que servían como taller o almacén, florecen ahora cafeterías y restaurantes. Conde de Guadalhorce constituye gran parte del frente marítimo de Avilés, y será uno de los puntos de acceso al Niemeyer y a la Isla de la Innovación, el proyecto urbanístico para la margen derecha de la ría.

La hostelería y la industria conviven en la ría. «Como hay talleres mecánicos, la gente que trae los coches se viene a tomar algo de paso», explicó Ibón Paz, del Pub Paseo Malecón. Carlos Bílpido, dueño del restaurante San Balandrán, señaló en el mismo sentido que «la industria favorece a la hostelería, y sus trabajadores son clientes potenciales». La otra cara de la moneda son los negocios vinculados con el sector industrial. Manuel Ángel de la Puente, dueño del taller Saborit, afirmó: «Los negocios de hostelería no nos estorban, nos vienen bien porque incluso somos clientes suyos».

Hay negocios hosteleros que ya llevan tiempo en el frente marítimo, como el Paseo Malecón, que se instaló allí hace cuatro años, y otros más recientes, como es el caso del Restaurante San Balandrán, que abrió sus puertas hace solo unos días. Este restaurante muestra claramente la evolución que han tenido los lugares cercanos a la ría. El local en el que actualmente se encuentra instalado San Balandrán era antes una nave industrial, que sirvió primero como almacén de sal y posteriormente como taller de chapa y pintura.

Antiguas fábricas están siendo rehabilitadas ahora como restaurantes que conviven como vecinos de los talleres que siguen en la zona, como es el caso de Frigoríficos Fandiño. «Con la construcción del Niemeyer posiblemente venga más hostelería y más cosas culturales para aquí», opinó Jesús Payo, gerente de la empresa. «La convivencia con la hostelería la llevamos bien, no interfieren en nuestro trabajo», explicó.

Poco a poco la hostelería va aumentando su presencia en la ría, pero no ocurre lo mismo con la industria. La convivencia entre ambas actividades es buena, pero los bares no aportan clientes a los talleres. «Los clientes que tenemos llevan siendo los mismos desde hace muchos años», explicó De la Puente. Por lo que en la ría van quedando los talleres y las fábricas más antiguos, los que tienen más tradición, puntualizó el mecánico.

Ninguno de los dos tipos de negocio tiene previsto abandonar de la ría, pero sin embargo no todo son ventajas. Así lo indicó De la Puente, para quien el problema son «los clientes de los bares, que no respetan las zonas donde está prohibido aparcar ni los vados, y eso dificulta el trabajo a los talleres». Por otro lado Payo explicó que a Fandiño no le afecta la cercanía de los bares pero que «lo que sí que se nota con el aumento de negocios hosteleros es que hay más suciedad en la calle».

«Los hosteleros hemos apostado fuerte por que la gente vuelva a acercarse a la zona del puerto», explicó Bílpido, quien opina que «Avilés necesita volcarse en la ría y la ría en Avilés, romper el divorcio que supone el paso a nivel». En ese sentido De la Puente corrobora que «se ve más movimiento con la llegada de la hostelería».