Responsable del complejo químico de Tamón, que cumple 20 años, y director general de Du Pont Ibérica

Tamón,

Francisco L. JIMÉNEZ

Corría el año 1989 cuando Enrique Macián recibió instrucciones para viajar a Asturias a ver sobre el terreno las características del valle de Tamón y su entorno para la instalación de un complejo industrial de Du Pont, la empresa para la que ya entonces trabajaba. Se trataba tanto de verificar que las condiciones del suelo eran las adecuadas para albergar el proyecto en condiciones seguras como que la región disponía de infraestructuras y servicios a la altura de las exigencias de la multinacional. Y eso significaba chequear tanto las vías de comunicación como los centros de formación superior, las escuelas, los hospitales e incluso los equipamientos de ocio. «Du Pont no deja cabos sueltos», dice Macián para justificar tanta exhaustividad.

Y así fue como el ingeniero Enrique Macián, nacido en Valencia en un año que nunca revela, se convirtió en el primer español de Du Pont en visitar Asturias para preparar junto al antiguo Instituto de Fomento Regional (IFR) (hoy Idepa), toda la documentación relativa al potencial asentamiento de la multinacional en la región. Veinte años después está en la cúspide de la pirámide de Du Pont en España y desde su luminoso despacho en Tamón habla con ilusión contagiosa de lo bien que le va al complejo asturiano, estos días de enhorabuena tanto por cumplirse veinte años del inicio de su construcción como por haber puesto en marcha de forma satisfactoria la quinta fábrica asturiana de Du Pont, la que se dedica a producir cloruro de isoftaloilo (ICL), la principal materia prima del nomex.

-¡Cuántas cosas han cambiado en veinte años!

-Pues sí, hemos cambiado todos. En Du Pont ahora tenemos una mujer, Ellen J. Kullman, como número uno de la compañía por primera vez en nuestros más de doscientos años de historia. Hemos pasado tres crisis... Y el complejo asturiano, que supongo que es a lo que se refiere, no ha dejado de crecer; no obstante, sigue siendo un referente de la compañía, eso sí que no ha cambiado.

-¿Un referente de qué?

-Aún hoy es la última planta de este tamaño que se construyó en el mundo, y la más moderna. Pero es que, además, fuimos capaces de combinar las funciones manufactureras de nuestras fábricas con la prestación de servicios administrativos a diferentes países.

-En pocas palabras, ¿cómo describiría la evolución del complejo de Tamón en estos 20 años?

-Ha tenido un crecimiento constante y racional sobre la base del aprendizaje y la búsqueda permanente de la competitividad. Es fácil decirlo hoy, pero yo estaba allí, hace veinte años, cuando todo esto no eran más que esbozos en un papel; había que lograr ponerlo en práctico y en muchos casos no sabíamos ni cómo lo íbamos a hacer. Como es sabido, las primeras fábricas que abrieron fueron la de nomex y la de THF, luego las de sontara y productos fitosanitarios, posteriormente exploramos las posibilidades de los centros de servicios y ahora arrancamos la planta de ICL. Todo esto ha supuesto una inversión acumulada de más de 800 millones de euros y el mantenimiento en plantilla, a día de hoy, de 1.300 empleos directos. En este tiempo hemos vivido la crisis económica del 90, la de comienzos de la década del 2000 y la presente... y aquí seguimos. Pienso que el tiempo nos ha hecho mejores.

-No todo ha sido un camino de rosas, en 2009 se trasladó a India una parte del centro de servicios y saltaron las alarmas de la sociedad asturiana, temerosa de que esa deslocalización fuese a más.

-La prestación de servicios financieros desde Asturias empezó con muy poco peso -no más de una decenas de personas trabajando en ello- y fue creciendo de modo muy satisfactorio, abarcando más países y más funciones. Hoy proporcionamos a varios continentes servicios financieros, de contabilidad, de compras y logística y de recursos humanos. Pero lo que no podemos pretender es capitalizar esas tareas a nivel mundial. Por razones geográficas, de horarios y de cultura, la empresa cree justificado aprovechar el conocimiento de los procesos que hemos logrado aquí para abrir otros centros parecidos en otros puntos del planeta. Y eso es lo que ocurrió con India, a donde se trasladaron algunas de las funciones más rutinarias que hacíamos en Tamón. Eso no es óbice para que el centro de servicios de Asturias siga siendo puntero.

-Para golpe duro, el cierre de la planta de THF en 2004.

-Sí, sí que fue duro, sobre todo porque nadie se lo esperaba y la noticia generó un clima de pesimismo, nos hizo dudar de nuestras posibilidades. Lo cierto es que esa instalación, por tratarse de una tecnología extremadamente novedosa, nunca fue bien. Así es que llegó un momento en que la dirección decidió cortar por lo sano.

-¿Han superado el disgusto?

-Sin duda, y en buena medida fue gracias a los buenos resultados logrados en otro de nuestros productos, el nomex, que son los que sirvieron de palanca para captar la nueva inversión de ICL.

-Explíquese, por favor.

-Entre 2005 y 2006, sin más personal y sin necesidad de inversión añadida, la fábrica asturiana de nomex fue capaz de aumentar su producción un 20 por ciento. Esto redunda, claro está, en mayores beneficios. Y ese hecho -la capacidad probada para ser mejores- resultó determinante para conseguir la inversión de ICL (que es la principal materia prima del nomex) y una ampliación de capacidad de la fábrica de nomex del 30 por ciento. Ambos proyectos ya son hoy una realidad.

-Hábleme de la nueva planta, la de ICL.

-Sólo hay otro igual en el mundo, supuso una inversión de 70 millones de euros y da empleo a 50 personas que han estado formándose durante los últimos dos años. La mitad de la plantilla la forman personas experimentadas procedentes en muchos casos de la antigua THF y el resto, nuevas incorporaciones. El proceso productivo consiste en obtener cloruro de isoftaloilo (ICL) a partir de cloro, anhídrido isoftálico y monóxido de carbono. Para la fábrica asturiana de nomex es muy ventajoso tener ahora tan cerca la fuente suministradora de materia prima; antes dependíamos de los envíos que nos llegaban de Estados Unidos y ahora sólo hay que abrir el grifo. Esto abarata los costes y garantiza el abastecimiento.

-¿Y en el futuro? ¿Cuáles son las áreas del mercado químico con mayores posibilidades, a juicio de Du Pont?

-Hay cuatro campos de gran potencial: el de la búsqueda de alternativas al petróleo, lo cual conecta con el desarrollo de las energías renovables; el de la protección de la vida y los activos; el de la agricultura y la nutrición (en el mundo viven 6.500 millones de personas que quieren comer y hacerlo, además, en las mejores condiciones); y el desarrollo de los países emergentes. El complejo de Tamón está posicionado a través de sus fábricas de nomex y productos fitosanitarios en dos de esas cuatro áreas, la segunda y la tercera.

-O sea que no descarta la apertura de nuevas fábricas.

-Seguimos trabajando, lo mismo que hicimos estos últimos veinte años; y seguro que algo caerá.

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«Seguimos trabajando para captar nuevos proyectos, lo mismo que hicimos estos últimos 20 años; y seguro que algo caerá»