E. CAMPO

Dos autoras en un momento álgido de premios y de creación. Ese fue uno de los platos fuertes del día en las XV Jornadas del Cómic de Avilés, que reunieron a dos damas de la viñeta en plena actualidad: la «madre» de la ahora treintañera Esther, Purita Campos, y la dibujante de aventureras indómitas Ana Miralles, entregada actualmente a la serie de Djinn. Campos acaba de recibir la medalla de oro al Mérito en el Trabajo y Miralles recibió el año pasado el galardón del Salón del Cómic de Barcelona. Y por si fuera poco, las dos se compenetran a la perfección, como demostraron en la comparecencia pública de ayer. «Que vean que somos amigas», bromeaban antes del acto.

En definitiva, dos mujeres a las que no les falta el trabajo en tiempos de crisis. «La verdad es que en nuestro trabajo no se nota mucho: si has conseguido situarte y empezar a publicar, te puedes seguir manteniendo», afirmó Miralles. Sin embargo Campos reconoció que ha bajado un poco la venta de tebeos y que los editores no se arriesgan tanto. «Pero nosotras seguimos trabajando: creo que tengo más trabajo ahora que hace 50 años», añadió.

El hecho de ser mujeres en un mundo habitualmente masculino les sirvió de acicate, aunque afirman que ahora ya no hay tanto machismo. «Me decían que lo hacía bien para ser mujer, eso pesa bastante», recordó Purita Campos de sus tiempos en Bruguera. «A mí eso no me lo han dicho, porque si no les atizo una...», bromeó Miralles con desparpajo. Ahora, afirmaron, son más visibles y tienen mejor consideración.

En cuanto al público, hay un poco de todo. Miralles trabaja para el lector en general, sin etiquetas, pero Campos reconoce que el grueso de sus fans son chicas. «Mi público era sobre todo femenino, los chicos me leían en el baño; pero lo cierto es que yo tampoco leo Hazañas Bélicas», rió. Ahora, con una Esther crecidita en el mercado -separada, con una hija-, asegura que sus lectoras más fieles siguen siendo las niñas.

¿Saltarán los personajes que ellas dibujan a la gran pantalla, siguiendo la estela de otros tantos trabajos de cómic? Ana Miralles es contundente: «A mí no me gustaría, no me gustan nada las adaptaciones; no veo a mi personaje interpretado por un actor ni dibujado por otro». Añadió, además, que el cómic tiene su ritmo y da al lector una libertad que el cine le hurta. «Defiendo ese rango de libertad». Purita Campos, por su parte, reconoció que existen rumores que sitúan a Esther en el cine, pero lo ve con recelo. «A mí también me preocupa un poco. ¿Y si hacen una horterada de Esther? Me muero, después de 40 años dibujándola». La propia Campos pasará estos días por una prueba de fuego, ya que es uno de los personajes de la película «El gran Vázquez», que se estrenará próximamente. «Estoy preocupada. La actriz no se parece nada a mí...», confesó la dibujante.

Pero además de ese recelo por un lenguaje diferente, el del cine, está el hecho de que le han cogido mucho cariño a sus personajes, llegando incluso en ocasiones a identificarse con ellos. «Muchas veces me sentí como Esther, una niña tímida a la que le costaba adaptarse al medio; son experiencias que yo había vivido cuando tenía su edad y pensaba que había muchas niñas así. Triunfó por eso, porque engancha al ser una persona normal con la que te puedes sentir identificado», aseguró Purita Campos. Ana Miralles tiene más difícil llegar a esa identificación. «Con Eva Medusa y Djinn no me puedo identificar porque ellas son malas y yo soy muy buena», sentenció. Aunque a veces sí que copió su peinado. En cambio sí se sintió cercana de otros personajes «más de la calle». «¿El que dibuja a Supermán se podrá identificar con él?», se planteó Campos. Y Miralles repuso: «Quizá con la parte más humana». Afirmó, además, que lo importante es contar una historia que guste, «sin importar que esté detrás un hombre o una mujer».

Las dos se mostraron encantadas con los guionistas con los que trabajan, que dan soporte argumental a unos dibujos que han traspasado fronteras. Y que siguen enganchando a la afición con historias que «fluyen por sí mismas».