El célebre autor francés Michel Houellebecq, acusado de reproducir en su última novela varios párrafos de la Wikipedia, afirma con rotundidad y poca credibilidad que eso no es plagio, sino parte de su método de trabajo. Tanto si se trata de una forma experimental de escritura o no, algo parecido al patchwork textil, sus explicaciones se sostienen, en cualquier caso, con pinzas. Según el polémico novelista, otros autores ya lo hacían con anterioridad, como Perec o Borges, y el primero copiaba directamente sin apenas parafraseado. Todo este embrollo vuelve a sacar a la palestra los casos de plagio más célebres, que van desde Cervantes hasta García Márquez, pasando por la novela de Ana Rosa Quintana, plagiada por otro para ella, o los artículos de Quim Monzó, presuntamente traducidos de la prensa internacional.

Llama la atención que puestos a hacer plagio uno no se haya decantado por robar directamente de una obra maestra de la literatura y que, por el contrario, prefiera tomar pequeños fragmentos de una web colaborativa. En literatura, las técnicas para insertar textos ajenos sin que las leyes del copyright se nos echen encima pasan por la intertextualidad, el homenaje y la versión o reescritura. Además, las nuevas tendencias narrativas abogan por la apropiación de otros autores como recurso estilístico básico, fruto de una sociedad en la que prima lo multidisciplinar, plural, mixto, inmediato, cibernético y cooperativo. El término wiki, viene del hawaiano y significa «hacer las cosas de forma sencilla y rápida» (cito directamente de la Wikipedia).

Todo, con ciertos matices, está permitido en el mundo del arte. Sin embargo, en el mundo académico la cosa se complica. A nuestro alumnado le gustará saber que el plagio, la originalidad y la inspiración son aún conceptos ciertamente difusos y que su técnica de trabajo es la misma que la del aclamado y polémico Houellebecq, abanderado desde ahora de «la generación del corta y pega». La forma de evitar el plagio escolar, que es tan sencilla como citar la fuente y poner unas comillas, se convierte en un arduo trabajo cuando se puede descargar directamente, fuentes bibliográficas y reflexión personal incluidas, de «El Rincón del vago». Por suerte para el profesorado, además del socorrido «google» existe software para detectar el plagio en los trabajos del alumnado.

El plagio sigue a la orden del día. Hace unos años, sin ir más lejos, la Escuela de Escritores organizó concursos literarios de plagio creativo. En ese caso todo parecido con la ficción ya no es pura coincidencia.