El pasado domingo 26 de septiembre el Centro Cultural Niemeyer nos llevó la poesía de Luis Eduardo Aute al bar Don Floro. Los bares son, bajo mi punto de vista, lugares más que propicio para la poesía. A saber la cantidad de textos que han surgido entre copas, a altas horas de la madrugada, y los que se han perdido en la espiral nocturna con la resaca del día siguiente. Se me ocurren, sin embargo, otros lugares también propicios para intercambiar versos, más que los salones de actos y demás emplazamientos habituales que no hacen más que institucionalizar y academizar la poesía, en vez de popularizarla, sacarla a la calle o llevarla a las casas.

Hace unos meses, dentro del Festival Poetry de Santander, surgió una iniciativa de estas características: el «Festival de micropoesía para telefonillos», una forma de servir poesía a domicilio a través del portero automático de los edificios y organizado bajo el lema «si la gente no va a los recitales, que vayan los poetas a los portales». Se asemeja a una especie de fast food poética, servida en tu propia casa, de consumo rápido y fácil digestión pero de efecto duradero. Por ejemplo: «sírvame un entrante de Emily Dickinson, un plato principal de Baudelaire, para beber Cernuda y Pessoa de postre, susurrados al oído por el poeta itinerante».

En Córdoba, ciudad ya experta en llevar la poesía a la calle en frecuentes festivales, acaban de presentar su programa «Otoñeces», donde además de los locales habituales se proponen lecturas poéticas en otros lugares menos convencionales, como un mercado o una zapatería. Tanto Santander como Córdoba incluyen estas propuestas en su programación de actividades para conseguir la capitalidad europea de la cultura en 2016.

Pero si hablamos de lugares favorables para la poesía, no podemos dejar de mencionar la iniciativa GPS del Southbank Centre de Londres. Este GPS (Global Poetry System) constituye una iniciativa para crear un mapa web de la poesía mundial. Cualquier usuario puede marcar en este mapa un lugar donde ha encontrado poesía, ya sea un graffiti en un muro, unos versos escritos en las puertas de los baños de un instituto de Secundaria, un poema en la lápida de una tumba en un cementerio o en una servilleta de papel en un bar. Además, los usuarios cuelgan vídeos propios en los que leen poesía en lugares poco frecuentes y adjuntan fotografías de los versos encontrados. La poesía, parecen afirmar en el Southbank Centre, está en todas partes. Si quieren hagan la prueba y verán cómo no tardan en encontrarla. Todo es cuestión de saber buscar.