Myriam MANCISIDOR

Más de 40.000 horas. Este es el tiempo que el equipo de la Coordinadora gallega para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) empleó para recorrer el cañón submarino de Avilés con dos objetivos: analizar su estado de conservación y estudiar los cetáceos y las aves existentes en la fosa, uno de los ecosistemas más extraordinarios del Cantábrico localizado a 7 millas de la costa y donde se cree que habita el mítico «Kraken» o calamar gigante que hizo famoso Julio Verne en «Veinte mil leguas de viaje submarino». Los de Cemma no hallaron al monstruo marino pero observaron numerosos restos de basura a unas ocho millas de la entrada de la ría, donde el cañón alcanza profundidades de hasta 4.000 metros.

La mayor parte de los desperdicios que observaron los investigadores la formaban paquetes de leche, aerosoles y botellas. También lámparas fluorescentes y artes de pesca. «Vimos aves con plásticos en el pico, un juvenil de alcatraz con un anzuelo de palangre y dos charranes comunes y un charrán patinegro posados encima de un arte de pesca que estaba flotando en el mar y en que pueden enmallarse y morir», explicó Alfredo López, presidente de la Coordinadora Gallega para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma). Y alertó: «El valor de conservación de esta zona es enorme sobre todo para impedir la destrucción de los fondos por prácticas de pesca no sostenibles en una zona donde no existe regulación o limitaciones específicas».

El objetivo principal de la última campaña de estudio poblacional en el cañón de Avilés era el de catalogar las especies de cetáceos y aves marinas para, con los resultados científicos, contribuir a la propuesta de este enclave como área marina protegida bajo la categoría de montaña submarina atlántica.

El equipo de Cemma avistó nueve cetáceos durante los más de 503.000 kilómetros navegados. Las especies observadas fueron delfín mular, calderón común, rorcual común y otros delfínidos no identificados. Hallaron también seis carabelas portuguesas (especies que hicieron temblar a los bañistas de la región este verano por su peligrosidad), once peces luna y un tiburón.

La campaña científica finalizó el pasado 2 de octubre. Fue la continuación de dos más que el colectivo realizó en 2006 y 2007 para recabar información biológica del cañón de Avilés. La intención de la Coordinadora gallega es repetir los estudios de campo el próximo año para confirmar la distribución de las especies y estudiar su estacionalidad.

La organización pretende analizar también la interacción entre el sector productivo y los cetáceos con propuestas de actuación para la conservación de las especies en el cañón de Avilés, una fosa que se podría explicar como un gran valle sumergido sísmicamente activo: los seísmos apenas alcanzan el grado 3 de la escala de Richter, por lo que son prácticamente imperceptibles, según distintos trabajos realizados.

Los estudios científicos en el cañón de Avilés están enmarcados en el proyecto «Life Indemares» que tiene como fin contribuir a la protección y uso sostenible de la biodiversidad en los mares españoles mediante la identificación de espacios de valor para la Red Natura 2000. Las actuaciones previstas en el marco del proyecto se desarrollarán hasta diciembre de 2013. El proyecto cuenta con un presupuesto de 15,4 millones de euros cofinanciado en un cincuenta por ciento por la Comisión Europea.

En el trabajo forman parte el Ministerio de Medio Ambiente, el Instituto Español de Oceanografía, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Alnitak, Cemma, Oceana, la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario, Seo/BirdLife y WWF España.

El equipo de la Coordinadora gallega que participó en la última campaña del cañón de Avilés estaba compuesto por ocho biólogos especialistas en medio marino a las órdenes de Ángela Llavona Vallina, responsable de las campañas marítimas de investigación en aguas costeras de Cemma. Contaron también con un especialista ornitólogo de la SEO, dos especialistas en acústica que registraron con los equipos de sonido la presencia de cetáceos y una especialista en audiovisuales, además de técnicos en observación que recorrieron el paraíso de monstruos marinos de Avilés.