Zeluán, Illán GARCÍA

Retejar un edificio requiere, en condiciones normales, tan sólo de un permiso municipal. En Zelúan no ocurre lo mismo. Tampoco se puede edificar en una parcela urbanizable ni se puede pintar la fachada de las viviendas si el Estado no da su autorización. Esto es así porque Zelúan, tras la aprobación de la ley de Costas, ha pasado a depender del organismo estatal. Y con este problema han de lidiar los vecinos de esta localidad que deseen hacer una obra. «Aquí mandan ellos y nada más», afirma César Muñiz, que describe con su mano izquierda por dónde cruza la línea de servidumbre que impide a una treintena de vecinos que no puedan casi ni mover un dedo en sus fincas.

Los vecinos están indignados con tanto trámite burocrático para poder ejecutar obras en sus viviendas y propiedades. «Llevamos dos años esperando para poder retejar esta casa que tiene más de setenta años y ya pagamos 500 euros al Ayuntamiento para que nos diera permiso y aún no lo pudimos hacer porque nos falta la autorización de Costas». afirma Amado González.

Y es que todos los vecinos consultados consideran que el Estado «se ha cebado» con Zeluán. Aunque algunos, como Pablo de Ávila, tuvieron más suerte que otros. «En un principio, mi casa me la querían expropiar, pero con las alegaciones conseguí que se librara, aun así, la ley de Costas me parece bastante mal», indicó de Ávila.

Algunos propietarios se han dado cuenta de que su labor durante años se ha ido al traste. «Te das cuenta de que ni tu finca es tuya», declara Muñiz, que apuntó además que la ley de Costas ha impedido que un amigo suyo de Llodero pudiera adecentar una cuadra en desuso por el simple hecho de «pertenecer» a la Demarcación de Costas por el deslinde de la ría de Avilés. A María Álvarez, le ocurre algo similar. Sus abuelos vivieron en la primera casa que se construyó en Zelúan, la de Pepe La Vara, que se derrumbó con vistas a construir otra. «La finca estaba preparada para edificar y no podemos», afirmó Álvarez, mientras releía varias cartas que la demarcación de Costas le había enviado a su domicilio. Pese a todo, algunos vecinos no tienen claro qué significa realmente que su pueblo pase a depender de Costas, pero lo que sí consideran es que la situación «es muy triste». Todos culpan a la charca de Zeluán como responsable de todos sus males, porque eso le ha servido a Costas para dibujar el deslinde que trae de cabeza a los vecinos. Eso y que, en su momento, no se declarara a este pueblo como zona urbana, pese a contar con los servicios exigidos, lo que lo habría librado de estos problemas.