Elisa CAMPO

Oscar Niemeyer (Rio de Janeiro, 1907) es la leyenda viva del mundo de la arquitectura, el soñador que vio Brasilia, el ateo que dibujó la catedral más impresionante del último siglo, el idealista que sigue fumando habanos cuando ya superó la barrera de los cien años, el hombre que transforma en curvas de mujer las superficies duras del hormigón. Hace cinco años, este brasileño universal ligó su nombre al de Avilés cuando, en agradecimiento por el premio «Príncipe de Asturias» de las artes, decidió ceder un proyecto que los devenires políticos hicieron aterrizar junto a la ría avilesina. El arquitecto respondió un cuestionario que LA NUEVA ESPAÑA le remitió a través de su colaborador más inmediato, el arquitecto Jair Valera. La próxima semana, el día 15 (coincidiendo con su 103.º cumpleaños) parte de las instalaciones del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer se abrirán para acoger el primer acto oficial, la presentación de un acto educativo de la ONU.

-Casi tres años de obras, y su proyecto para Avilés está a punto de finalizar. ¿Cómo se siente? ¿Este Centro Cultural le genera alguna emoción especial?

-Estoy muy satisfecho. Todos los amigos que estuvieron en Avilés quedaron entusiasmados con los trabajos, con la calidad de su ejecución. Siempre asociaré este centro cultural con la sensibilidad de aquellos profesionales de España que participaron en los trabajos y están dirigiendo el centro, con relación a los detalles de este proyecto.

-Sus familiares y colaboradores han puesto siempre de relieve el seguimiento que realiza usted de la obra desde Brasil.

-Eso es verdad... Acompañé todo el desarrollo del proyecto con el mayor interés. Al fin y al cabo, se trata de mi primera obra en España, un país que sobresale por su extraordinario legado artístico y cultural.

-¿Qué potencial cree que tienen los edificios, una vez terminados, como Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer? ¿Qué contenidos cree que deberían acoger?

-Los edificios constituirán un espacio único para fomentar la difusión de las artes (incluyendo la música) y, en definitiva, para el diálogo entre las distintas formas de comunicación artística.

-¿Está satisfecho de cómo se ha ido dando forma a la idea?

-Pocas veces, en mi larga trayectoria de arquitecto, pude constatar tanto respeto por un proyecto, tanta atención para con su autor, y tanta autoexigencia.

-Una de las inquietudes que siempre manifestó usted fue la educación. Y precisamente la andadura del Centro Niemeyer

-Esa presentación del programa impulsado por la ONU me hizo bastante feliz. Los programas y políticas relacionados con la educación tienen que contribuir de forma destacada a la emancipación de los hombres, consiguiendo que los ciudadanos sean más conscientes de los problemas que afectan a toda la sociedad y capacitándolos para la construcción -quién sabe- de un mundo más fraternal y solidario.

-¿Qué función desea que cumpla su obra en la sociedad avilesina y asturiana?

-El centro cultural podrá favorecer ese proceso de emancipación y una difusión más amplia de la producción artístico-cultural contemporánea.

-Desde el principio se habló de la «plaza abierta al mundo». ¿Qué otras ideas básicas quiso plasmar en su proyecto?

-La idea que el gran auditorio: el fondo del paco abierto a la plaza y la gran marquesina que proyecté para ligar el auditorio al museo, que se destaca por su riqueza plástica.

-Su proyecto para Avilés será uno de los contenidos que se incluyan en la revista que usted edita, «Nosso Caminho».

-El proyecto avilesino será el principal protagonista del número especial de «Nosso Caminho», el número 8, que corresponde a la edición conmemorativa del segundo año de existencia de la revista. Además también dedicamos a España un homenaje al poeta y dramaturgo andaluz Federico García Lorca.

-¿Qué secreto tiene para seguir trabajando, cuando está a punto de cumplir 103 años?

-No hay secreto... Lo que me mueve es la posibilidad de regresar permanentemente -estando bien de salud- a la creación arquitectónica, al diseño, que, tal y como yo considero, continúa siendo la base del trabajo del arquitecto. Proyectar este centro cultural internacional me satisfizo especialmente.

-Avilés festejará el día 15 de diciembre en su honor. ¿No se animará a coger el avión?

-Pienso que no... Quién sabe, quizá en una videoconferencia tenga la oportunidad de hablar con la gente de Avilés y con los invitados a la inauguración de la obra, que será un momento de alegría que tenemos que celebrar todos.

-¿Qué otros proyectos tiene actualmente en marcha? ¿Cuál, de los de su dilatada carrera, considera más importante y por qué?

-Prefiero no destacar ninguno de mis proyectos más antiguos, resaltando uno por encima de otro... En este momento estoy ocupado en diferentes trabajos: el proyecto para un acuario que se construirá en Búzios, un centro musical que se levantará en Rosario (Argentina) y una gran biblioteca destinada a un importante país del mundo árabe, entre otros.

-El mundo atraviesa una época convulsa, de crisis, conflictos, desigualdades y lucha contra el cambio climático. ¿Qué lectura hace del momento actual? ¿Tiene la política las soluciones que este mundo necesita?

-En fin, éste es el mundo en el que nos toca vivir. Nuestra misión es transformarlo o, por lo menos, conseguir que sea más armonioso, más compatible con nuestros sueños de igualdad y con un ideal de solidaridad que defenderemos siempre, y lo haremos con o sin el apoyo de aquellos que están dirigiendo nuestros países.