Myriam MANCISIDOR

Los griegos daban paseos a caballo como parte de las terapias para levantar la autoestima de las personas que padecían enfermedades incurables. Desde entonces hasta hoy, el caballo se ha convertido en una de las medicinas más eficaces para las personas que sufren distintas patologías como síndrome de Down, parálisis cerebral, autismo... Siguiendo el ejemplo del centro ecuestre «El Asturcón» de Oviedo, el centro deportivo El Forcón de Castrillón tiene previsto impulsar el próximo año terapias con fines terapéuticos. De ahí que desde hace tres meses el equipo de profesionales de El Forcón trabaje en un proyecto piloto en esta materia con grupos de salud mental y del Colegio de Educación Especial San Cristóbal. «Este proyecto nace con perspectiva de futuro y el primer apoyo lo hemos recibido del Principado, sobre todo de la consejería de Medio Rural», sentencian los responsables del centro, que aspiran a que las terapias que oferten en el futuro vayan más allá del «ocio cualificado».

Los caballos ya están preparados. Y el equipo también. Por ahora al frente de las terapias están, entre otros, Omar Fanjul, terapeuta ecuestre; Cristina González, psicóloga y Esther Mateo más Ana Riestra, ambas monitoras. Todos son conscientes del beneficio que puede aportar un caballo a una persona enferma: la terapia consiste en aprovechar los movimientos del animal para estimular músculos y articulaciones. Además, el contacto con el caballo mejora al jinete a nivel cognitivo. «Parte del beneficio de esta terapia es que los enfermos están en contacto directo con otro ser vivo», explica Fanjul.

Este joven lleva once años dirigiendo terapias con caballos. Ahora trabaja en el proyecto pionero de la comarca avilesina con «Miguelín», «Galleta», «Golfo» y cinco animales más. «Con los caballos la gente se da cuenta de que puede hacer muchas más cosas de las que cree. Aquí vienen a montar a caballo, esto no se puede comparar con una terapia de un logopeda, por ejemplo, pero si van a un logopeda y luego acuden a una terapia de estas características seguro que llaman al caballo por su nombre, lo mandan parar o avanzar», manifiesta Fanjul. «Golfo», por ejemplo, camina sin prisa. Y Melito Camacho, de cinco años y con problemas motores, se adapta al movimiento del animal de pelo blanco. A veces hace un gesto como queriendo acariciarle la crin. Un triunfo. Entre tanto, una niña se acerca a «Galleta». Parece pronunciar un «hola». Otro éxito para los monitores de El Forcón. Las terapias -una a la semana- duran una hora.

«Aquí viene gente con problemas de rigidez que apenas se puede mover. Una vez que se suben al caballo se relajan y el calor del animal contribuye a distender los músculos, un trabajo que también puede hacer un fisioterapeuta pero con muchísimo más trabajo», manifiesta Omar Fanjul. Cada persona que acude a las terapias utiliza un caballo, siempre el mismo, de acuerdo a su patología. «Una persona autista lleva un caballo que le estimule, una hiperactiva monta uno que comprenda esos gestos de más y alguien con parálisis cerebral lleva un animal con un paso adecuado», recalca Fanjul, y añade: «Usar siempre el mismo caballo genera también vínculos, un afecto especial entre jinete y animal que supone un beneficio».

En El Forcón trabajan por ahora con los grupos de salud mental y Educación Especial del Colegio San Cristóbal. Como se trata de un proyecto piloto, de cara a la puesta en marcha de las terapias en 2011, el centro no cobra las sesiones que, en otros centros privados, cuestan entre 120 y 150 euros por dos encuentros al mes. «A nosotros nos queda asentar distintas cosas, pero este tipo de sesiones tienen un coste real elevadísimo de acuerdo a los resultados que no se cobra. Por cada niño van monitores, terapeutas, psicólogo...», explican responsables de El Forcón, que precisan: «Nosotros hemos puesto ilusión en este proyecto y las instalaciones nos permiten sacarlo adelante». Eso sí, en El Forcón están pendientes de que el Ayuntamiento de Castrillón les conceda una licencia para poder cubrir una pista. «Queremos trabajar bien, hacer las cosas como se debe», precisan.

Las terapias se prolongan según la patología del jinete. «Nosotros estamos trabajando mucho con autistas por todo lo que tiene que ver con la socialización y está funcionando muy bien. ¿El tiempo? Depende de muchísimos factores, uno de ellos y muy importante es la edad de los jinetes», recalca Omar Fanjul.

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«Miguelín», un caballo de gesto suave y obediente, trabaja dos veces por semana con una niña autista. «La relación entre ambos es positiva. Ella está aprendiendo a mandarle correr con un gesto», explica Omar Fanjul. Alexander García Arias, de tres años y alumno del colegio San Cristóbal, es otro de los usuarios de las terapias ecuestres de El Forcón. Con los pequeños -participa gente de tres a 21 años- van siempre los profesionales del centro además de un profesor, Juan Guerrero, y una educadora, Blanca Díaz. Ambos coinciden en que las terapias con caballos «son muy beneficiosas». Entre tanto, un niño abraza a «Golfo». Muestra sus sentimientos. Otro triunfo.

Los niños además de mejorar a nivel físico y psicológico se divierten en El Forcón. Entre paseo y paseo tienen la posibilidad de jugar con Jana, una Golden Retriever que regala cariño. Pero tal vez para estos niños el perro dejó ahora de ser el mejor amigo del hombre desde que acariciaron los lomos de un caballo. A la mayoría les cuesta comunicarse, pero cuando pasean con «Golfo» o «Miguelín» siempre sonríen. Las terapias con caballos están dirigidas, principalmente, a personas aquejadas de parálisis cerebral, ataxias (descoordinación de movimientos), lesiones medulares y cerebrales, espina bífida, parkinson, distrofia muscular, síndrome de rett, fibromialgia, síndrome de Down, fibrosis quística, trastorno del desarrollo, esclerosis múltiple, autismo, politraumatismos o retraso psicomotor, entre otros.

Francisco Javier Urra Riveros, de la facultad de Medicina de Bobigny, en Francia, explica en un trabajo sobre la «hipoterapia» en Chile. «La Equinoterapia ha demostrado en numerosas ocasiones sus resultados positivos: niños autistas, incapaces de mostrar afecto hacia sus seres más allegados, son capaces de abrazar a su caballo; jóvenes en silla de ruedas han logrado caminar; niños hiperactivos logran alcanzar estados de relajación... son algunos de los "milagros" que el paso de un caballo puede llegar a conseguir». De ahí las esperanzas del equipo que actualmente trata de impulsar las terapias con caballos en El Forcón.

El efecto beneficioso del movimiento del caballo, según el mismo autor, se conoce desde la antigüedad. Ya en su época, los griegos aconsejaban practicar equitación con el fin de mejorar el estado anímico de los enfermos incurables, incluso el propio Hipócrates (padre de la medicina), 460 antes de Cristo ya hablaba del saludable trote de los caballos. Ahora, el caballo marca el ritmo saludable en la comarca avilesina.